Se presenta en Madrid su obra póstuma "Alas rotas"
"Al menos cuatro personas no se suicidaron tras leer los libros de Olga Bejano". Quien lo afirma es Mari Carmen Domínguez, su madre y su ángel de la guarda en esos 23 años que estuvo de "arresto domiciliario"como le gustaba recordar con cierta sorna a Olga.
Olga Bejano Domínguez, nació en 1963. Debido a una parálisis progresiva, iniciada a los doce años, al parecer por un componente de la anestesia en una simple operación de apendicitis, perdió la movilidad.
"Tras escribir ‘Voz de Papel' y ‘Alma de color salmón' --cuenta Mari Carmen--, empezaron a llegar decenas de cartas al principio, cientos pasados unos meses, y miles con los años.
"Y entre esas cartas habían por lo menos cuatro que contenían una experiencia vital estremecedora: habían pensado en quitarse la vida y tras leer los libros de Olga manifestaban que habían cogido gusto por la existencia".
"Sólo por esas personas valió la pena que Olga escribiera los libros", dice emocionada la madre de la autora de "Alas rotas".
"Nunca nos sentimos abandonadas"
"Aunque las administraciones nos abandonaron --dice con un punto de rabia Mari Carmen-- Dios nunca nos dejó solas. Olga le pedía constantemente: ‘Envíame a tal persona que necesito hacer este proyecto...', y Dios nos llevaba a nuestra casa la persona necesaria para cada cometido. Él nos acompañaba".
"En cierta ocasión, estando en un hospital --rememora con emoción esta riojana de tanta personalidad-- sentí con tal fuerza la presencia de Dios que bajé por las escaleras 16 plantas para llegar a la capilla y decirle a Dios: ‘Ya lo sé, sé que estás conmigo'".
"La misión de Olga: acercar a la gente a Dios"
"¿Cuál ha sido la misión de Olga en esta vida?", se pregunta Mari Carmen Domínguez: "Acercar a la gente a Dios".
"No tengo dudas de que Dios la eligió para esa misión y los frutos que dio son innumerables".
"En cierta ocasión le escribió una persona que tenía muchas dudas de fe. La correspondencia duró varios meses y Olga no paraba de sostenerla, de darle ánimos, de mostrarle el camino para que encontrara la paz en el Señor".
También cuenta la historia de un joven cuyos padres estaban completamente desesperados con él. Ya no sabían que hacer. Fumaba porros, sus notas se habían desplomado y no obedecía a nada que tuviera que ver con la familia.
"Un día se presentó en casa junto con su madre. El chico se quedó tan impactado de ver a Olga con los tubos, en esa UVI doméstica, que le dijo:
Hoy, ese joven está a punto de terminar Medicina con las mejores notas de su promoción.
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Creo, Señor, pero ayuda mi incredulidad.
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