sábado, 2 de agosto de 2014

Viendo que el Señor se mantenía en silencio, Francisco se dirigio con un confiado amor a Maria, refugio de los pecadores, y le suplicó: "Te ruego, a Ti, Santísima Madre, la abogada de la raza humana, que intercedas conmigo, por esta petición"...

                                                          
 JMS
Lectura del libro del profeta Jeremías 26, 11-16.24 

En aquellos días, los
sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a todo el pueblo:
"Este hombre merece la muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como acaban de escuchar con sus propios oídos".
Pero Jeremías dijo a todos los jefes y al pueblo:
"El Señor me ha enviado a profetizar contra este templo y contra esta ciudad todo lo que han oído. Así que corrijan su conducta y sus acciones, obedezcan al Señor, su Dios, y el Señor se arrepentirá del castigo con el que los ha amenazado. En cuanto a mí, estoy en sus manos; hagan de mí lo que les parezca bueno y justo. Pero sepan que si me matan, serán responsables de la muerte de un inocente, ustedes, esta ciudad y sus habitantes, porque es verdad que el Señor me ha mandado a que les anuncie todas estas cosas".
Los jefes y el pueblo entero dijeron a los sacerdotes y a los profetas:
"Este hombre no merece la muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor nuestro Dios".
A Jeremías, sin embargo, lo defendió Ajicán, hijo de Safán, y por eso no lo entregaron en manos del pueblo para que lo mataran.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.



Salmo 68
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.

Sácame del fango, que no me hunda, que me vea libre de los que me odian y de las aguas profundas, que no me arrastre la corriente, ni me trague el remolino, que no cierre el pozo su boca sobre mí.
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.

Pero a mí, humilde y afligido, que tu salvación me restablezca. Yo alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza dándole gracias.
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío. Véanlo ustedes, los humildes, y alégrense, recobren el ánimo, los que buscan Dios. Porque el Señor escucha a los necesitados, y no rechaza sus cautivos.
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.



† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12

Gloria a ti, Señor.

Por entonces, el rey Herodes oyó hablar de Jesús, y dijo a sus consejeros:
"Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos; por eso actúan en él los poderes milagrosos".
Y es que Herodes había detenido a Juan, lo había encadenado y lo había metido en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Pues Juan le decía:
"No te es lícito tenerla por mujer".
Y, aunque quería matarlo, tuvo miedo al pueblo, que lo tenía por profeta.
El día que se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en público y agradó tanto a Herodes que éste juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo:
"Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero por no romper el juramento que había hecho ante los invitados, mandó que se la dieran, ordenando que le cortaran la cabeza a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja y se la dieron a la muchacha, la cual a su vez se lallevó a su madre. Después vinieron sus discípulos, recogieron el cadáver, lo sepultaron y fueron a contárselo a Jesús.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador de cielo y tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.




Gloria a Dios en el Cielo
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre:
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros:
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.

Indulgencia por la Porciuncula

En julio de 1216, Francisco pidió en Perusa a Honorio III que todo el que, contrito y confesado, entrara en la iglesita de la Porciúncula, ganara gratuitamente una indulgencia plenaria, como la ganaban quienes se enrolaban en las Cruzadas, y otros que sostenían con sus ofrendas las iniciativas de la Iglesia. De ahí el nombre de Indulgencia de la Porciúncula, Perdón Asís, Indulgencia o Perdón de las rosas (por el prodigio que medió en su confirmación según alguna tradición tardía) u otros parecidos.

Más allá de las controversias históricas acerca de los orígenes y circunstancias de la concesión de la Indulgencia, lo cierto es que la Iglesia ha seguido, hasta nuestros días, otorgando y ampliando esa gracia extraordinaria. En la actualidad, esta Indulgencia puede lucrarse no sólo en Santa María de los Ángeles o la Porciúncula, sino en todas las iglesias franciscanas, y también en las iglesias catedral y parroquial, cada 2 de agosto, día de la Dedicación de la iglesita, una sola vez, con las siguientes condiciones:

 1) visitar una de las iglesias mencionadas, rezando la oración del Señor y el Símbolo de la fe (Padrenuestro y Credo);
 2) confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa, por ejemplo, un Padrenuestro con Avemaría y Gloria; estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después, pero conviene que la comunión y la oración por el Papa se realicen en el día en que se gana la Indulgencia.
Franciscanos.org



Basilica Santa Maria Degli  Angeli. Asis, Italia)
Conocida también como: porciúncula (pequeña porción)
Fiesta de Santa María de los Angeles: 2 de Agosto.




La pequeña capilla de la Porciúncula fue donde San Francisco fundó la Orden de los Frailes Menores en el 1209, confiándola a la protección de la Virgen Madre de Cristo, a quien le ha sido dedicada la iglesia.
Recibió de los Benedictinos la capilla para hacerlos centro de su comunidad.

Aquí vivió San Francisco con sus primeros hermanos.

El 28 de marzo de 1211 Clara de Favarone de Offreduccio, recibió aquí el hábito religioso de manos de San Francisco, dando inicio a la Orden de las Damas Pobres (Clarisas).

En el 1216, en una visión, Francisco obtuvo de mismo Jesús la indulgencia conocida como "la indulgencia de al Porciúncula" o "el Perdón de Asís", la cual fue aprobada por el papa Honorio III.
Aquí murió san Francisco.
Entre las reliquias que se encuentran en Santa María de los Angeles:
- el cordón de San Francisco,
-la estatua del santo con las palomas que siempre allí anidan,
-las rosas sin espinas fruto del milagro cuando el santo se tiró sobre ellas para rechazar una tentación,
- la capilla de las lágrimas donde San Francisco rezaba por la Pasión de Cristo y por los pecadores...
www.corazones.org



oremos

Dios mío, creo firmemente cuanto tú, verdad infalible, has revelado y la santa Iglesia nos propone para creer. Y expresamente creo en ti, único verdadero Dios, en tres personas iguales y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y en tu Hijo, encarnado y muerto por nosotros, Jesucristo, el cual dará a cada uno, según sus méritos, el premio o la pena eterna. Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor, aumenta mi fe.

Dios mío, espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y las gracias necesarias para merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer. Señor, no quede yo confundido eternamente.

Dios mío, te amo con todo mi corazón, sobre todas las cosas, a ti, bien infinito y mi eterna felicidad; y por amor tuyo amo a mi prójimo como a mí mismo y perdono las ofensas recibidas. Señor, haz que yo te ame cada día más.