martes, 18 de febrero de 2020

San José rogad por nosotros: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

JMS


Evangelio según san Marcos 8, 14-21


En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y sólo tenían uno en la barca. Jesús les hizo esta advertencia:
"Abran los ojos y tengan cuidado de la levadura de los fariseos y con la levadura de Herodes".
Ellos comentaban entre sí, pensando que les había dicho aquello porque no tenían pan.
Dándose cuenta de ello, Jesús les dijo:
"¿Por qué están comentando que no tienen panes? ¿Todavía no entienden ni comprenden? ¿Siguen con la mente cerrada? Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen. ¿Es que no recuerdan?
¿Cuántos canastos llenaron con lo que sobró cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil?"
Ellos le contestaron:
"Doce".
Y Jesús insistió:
"¿Y cuántos canastos llenaron con lo que sobró cuando repartí los siete panes entre los cuatro mil?"
Le respondieron:
"Siete".
Entonces él les dijo:
"¿Y aún siguen sin comprender?"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


18 de Febrero inicia la Devocion de los TREINTA DIAS DE SAN JOSE 

para obtener alguna gracia extraordinaria, que finaliza la víspera de la fiesta del santo el 19 de marzo, rezando cada día la siguiente oración:
DEVOCION DE LOS TREINTA DIAS AL PATRIARCA SAN JOSE
EN REVERENCIA DE LOS TREINTA AÑOS QUE VIVIO CON JESUS Y MARIA EN LA TIERRA.

Para obtener alguna gracia extraordinaria

¡Oh amabilísimo Patriarca San José! Desde el abismo de mi pequeñez y miseria os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro trono del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparo de los afligidos, ante el trono de Dios Padre, de Jesús y de vuestra santa Esposa.
Por eso yo pobre, desvalido, triste y necesitado. a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores, mis arrepentimientos y mis esperanzas y hoy especialmente traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena para que me consueles y te pido una gracia para que la obtengas para mí y para mis seres queridos.
Y para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmela, os la pediré y demandaré durante treinta días continuos, en reverencia a los treinta años que vivisteis en la tierra con Jesús y María; y os la pediré urgente y confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí, y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al constatarla os sentiréis obligado a darme más de lo que pido y deseo.


Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Hijo de Dios, Dios Hombre y Dios del hombre.


Os lo suplico por vuestra ansiedad inmensa al sentiros obligado a abandonar a vuestra santa Esposa.


Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima al buscar un establo y un pesebre como palacio y cuna del Dios nacido entre los hombres.


Os lo imploro por la dolorosa y humillante Circuncisión de vuestro Jesús, y por el santo, glorioso y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno Padre. 


Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Angel la muerte decretada contra el Hijo de Dios, por vuestra obedientísima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza extrema del destierro y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.


Os lo pido por vuestra aflicción dolorosísima de tres días al perder a Vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrarle en el Templo, y por la felicidad inefable de los treinta años que permanecisteis en Nazaret con Jesús y María, sujetos a vuestra autoridad y providencia.

Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio con que ofrecisteis a Jesús víctima, al Dios Eterno, a la cruz y a la muerte por nuestros pecados y nuestra redención. 


Os lo demando por la dolorosa previsión que os hacía contemplar todos los días aquellas manos infantiles, taladradas después en la cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcisimamente sobre vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, desnudo, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz, aquel último momento en que le veías expirar y morir.


Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de Jesús y María y vuestra entrada en el Limbo de los Justos y al fin en el cielo.


Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los Siglos. 


Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a vuestra santísima esposa resucitada, y ser subida a los cielos por los Angeles y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro.

Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra y por vuestros triunfos y glorias y feliz bienaventuranza en el cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa María.


¡Oh mi buen Patriarca San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos, y en el sentido universal del pueblo cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa que me alienta y obliga a pedir y suplicar y esperar me obtengáis de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante vuestra imagen y ante vuestro trono de bondad y poder en el cielo.

Aquí, levantando el corazón a lo alto, se le pedirá al Santo, con amorosa instancia la gracia que se desea.
Obtenedme también para los míos y los que me han pedido ruegue por ellos, todo cuanto desean y le es conveniente.
San José rogad por nosotros: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.


ORACION:

 Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como intercesor en los cielos. Oh Dios, que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén. (Con licencia Eclesiástica)
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18 de Febrero

Santa Bernardita o Bernadette Soubirous (1844-1879)

Nació en Lourdes, Francia, de familia muy pobre. Tenía mala salud y era analfabeta, pero también era sencilla, recta, virtuosa y de carácter alegre.

El 11 de febrero de 1858, Bernadette recogía leña seca en el lugar llamado Massabielle con su hermana y una amiga, cuando la Virgen se la apareció por primera vez. De pie, metida en la cavidad de una roca, vestida con un traje blanco, ceñida con una banda azul, la cabeza cubierta con un velo blanco, los pies descalzos adornados con una rosa de oro, parecía tener dieciséis o diecisiete años. Volvió dieciocho veces hasta el 16 de julio siguiente. Pedía a la niña que se rezase por los pecadores, que se hiciese penitencia y que se construyera una capilla en aquel lugar. "Te prometo que te haré feliz, pero no en este mundo, sino en el otro", le dijo a la vidente. Cuando la niña le preguntó quién era, contestó la Virgen: "Soy la Inmaculada Concepción". En otra ocasión, le pidió a Bernadette que rascara el suelo, y surgió una fuente de la que manó agua en abundancia y de la que se obtuvieron numerosas curaciones



Las hermanas de la Caridad de Nevers recogieron a Bernadette en su casa de Lourdes. Le enseñaron lo más elemental, completando su instrucción religiosa, y le dieron trabajos menudos como "raspar zanahorias en la cocina". A la edad de veintidós años entró en la congregación y fue a la casa madre en Nevers. Allí vivió trece años más, con el nombre de hermana María Bernarda, guardando cama con frecuencia, tratada con dureza por las superioras y hermanas. Sufrió siempre con ánimo y buen humor. En su agonía, se le oía decir: "Santa María Madre de Dios, ruega por mí, pobre pecadora, pobre pecadora...". Instantes después dejaba dulcemente la vida con un último suspiro






Oracion a Nuestra Señora de Lourdes

Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.

Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.

¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!

Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.

Oración compuesta por Pío XII



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Oracion de consagracion

Santa María, Madre de Dios, Virgen Inmaculada, Vos habéis aparecido dieciocho veces a Bernardita en la gruta de Lourdes, para recordar a los cristianos las maravillas y las exigencias del Evangelio, invitándoles a la oración, a la penitencia, a la eucaristía y a la vida en la Iglesia.

Para mejor responder a vuestra llamada, yo me consagro por vuestras manos a vuestro hijo Jesús…

Hacedme dócil al espíritu; y por el fervor de mi fe, por la manifestación de mi vida, por mi dedicación al servicio de los enfermos, haz que yo trabaje con Vos en confortar a los que sufren, en reconocimiento a los hombres, en trabajar por la unidad de la Iglesia y por la paz del mundo.

Con toda confianza, oh Señora mía, yo os dirijo esta plegaria y os pido que la acojáis y la atendáis. Amén.

Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros.
Santa Bernardita, rogad por nosotros.