JMS Buscar solo a Dios
Este Testimonio es de una persona que encontro la manera de perdonar y de sanarse gracias a un taller de sanacion y perdon:
Buenos Aires, Enero 9 de 2008. Vivo desde hace año y medio en Buenos Aires, ciudad a la que fuimos trasladados con mi familia (esposo y dos hijos varones), por razón del trabajo de mi marido. Pertenezco a una parroquia de San Isidro y en el mes de junio tuve conocimiento del Taller de Sanación y Perdón que se lleva a cabo en la Parroquia San Juan Bosco. Desde entonces quise asistir al taller pero el horario de los jueves a la noche no me era accesible dado que ese mismo día y hora asistía a un Diplomado en DSI con el Obispado de San Isidro. Finalmente en septiembre, al consultar la página http://www.buscarsoloadios.com.ar/ en Internet, me enteré que habría un curso los lunes por la mañana durante el mes de noviembre y desde entonces me programé para asistir a él. Lo hacia más bien por curiosidad (como creo lo hacemos muchos cuando oímos hablar de sanación), y sin tener un motivo aparentemente determinado por el cual buscar sanar. Qué equivocada estaba. Hoy puedo ver con claridad cómo Dios Nuestro Señor dispuso ese curso para mí en ese preciso momento. El sábado anterior a la iniciación del taller (3 de noviembre), me enteré por circunstancias que harían muy largo mi testimonio, de dos infidelidades de mi marido (llevamos 12 años de casados); una reciente y que se redujo a algo puramente físico y ocasional (lo cual no deja de ser una traición dolorosa), y una de hace aproximadamente 5 años (con duración de varios meses). Creo que sobraría explicar cómo me sentí, lo que pensé, lo que lloré durante ese fin de semana. Sentía que toda mi vida matrimonial había sido un completo engaño, una falacia, una mentira. Además de estar lejos de mi familia y amigos (aún no tengo en Buenos aires ninguna persona a la que pueda considerar realmente amiga), ese mismo sábado en la tarde mi hijo mayor salió de excursión con su colegio por una semana y mi marido viajó al día siguiente (7de octubre) a Perú a tomar un curso de su empresa con una duración de 15 días. Me quedé entonces sola en esta ciudad con mi hijo menor (9 años).
Paralelo a este proceso viví la sanación de mi relación con Dios, básicamente en lo referente a mi fidelidad hacia El, basada en el Primer Mandamiento. En los cursos de teología pastoral que adelantaba me explicaron alguna vez que el verdadero encuentro con Jesús, era el juicio personal.
Pues bien, en esa semana presencié en sueños mi juicio. Dios como Padre me mostró con claridad como yo le había sido infiel a EL en primer lugar al haber puesto en algunos momentos de mi vida mi fe en otras cosas, al haberlo tentado pensando que el mal no podía tocarme, al cumplir con mis deberes como madre y esposa como una obligación y no con y por amor como corresponde a una persona que como yo se considera seguidora de Jesús. Me mostró con cuanta soberbia había decidido yo poner punto final a mi fertilidad (con mi segundo embarazo me mandé cortar un trozo de cada trompa de falopio) sin haberlo tenido en cuenta para nada al tomar esta decisión. Usualmente oró y le pido a Dios que me muestre el camino a seguir, pero como comentaba, en lo atinente a mi sexualidad lo dejé de lado. Me mostró cuán ingrata y desagradecida había sido al no apreciar las grandes bendiciones que tengo en mi vida.Algo muy hermoso fue ver cómo la Virgen María ante cada señalamiento intervenía presentando algún hecho o circunstancia a mi favor (cuando iba a la capilla del colegio a rezar durante los recreos, los rosarios que hacía en mi época de universidad, alguna limosna que di; cosas que en muchos casos yo no recordaba). Comprobé por mí misma y puedo dar fe de ello, como efectivamente María es nuestra intercesora.
El Señor me mostró también las infidelidades que he tenido para con mi marido (en la época de noviazgo) y luego del matrimonio (si bien no físicas, si de pensamiento o con mi actitud). Pude ver como mi conducta durante el último año en cierta forma propició la infidelidad reciente de mi esposo (sin que ello lo justifique o excuse en lo más mínimo por la deslealtad, la traición y el profundo dolor que con ella me ha causado), con mi indiferencia, dejándolo de lado y específicamente al alejarnos emocionalmente el uno del otro. Agradezco a Dios la bendición que ha significado para mí el haber tomado el taller, pues lo que allí aprendí fue definitivo para manejar y solucionar esta crisis de mi matrimonio a la manera del Señor y con su guía y orientación. No sé qué habría podido pasar si yo no hubiera contado con esta herramienta eficaz para manejar esta delicada situación. Con mi esposo hemos recomenzado nuestra relación de la mano del Señor. Ha sido como un volver a comenzar y hemos recuperado nuestro amor mutuo, nuestra intimidad, nuestro ser uno solo física y emocionalmente y nos sentimos más enamorados que nunca el uno del otro. Mi esposo nunca había sido creyente pero a raíz de esta crisis decidió darle un espacio a Dios en su vida y está asistiendo muy juicioso conmigo todos los domingos a misa y se confesó y comulga semanalmente (algo con lo que yo había soñado siempre).Creo sinceramente que el Taller no sólo fue la herramienta y el camino que yo necesitaba en este momento tan particular sino que será una herramienta valiosa para el resto de mi vida.
Mi única inquietud es saber cómo trabajar más eficazmente el perdón y la reconciliación de corazón cuando la persona que nos causo la herida sigue a nuestro lado. En mi caso doy gracias a Dios porque emocionalmente pude hacer un corte en mi relación matrimonial (un antes y un después), pero sigo trabajando en la sanación de mi herida pues con mucha más frecuencia de la que desearía recuerdo todavía lo sucedido y aún me causa mucho dolor. Es normal que llegar al perdón tome más tiempo del que uno cree? El único camino es orar y esperar? Agradecería si puede darme una orientación sobre el particular pues a veces me cuestiono acerca de si estaré haciendo bien las cosas o no.Padre, le agradezco desde el fondo de mi corazón por las enseñanzas que tan generosamente ha compartido conmigo y todos los talleristas. Pido a Dios que lo bendiga junto con todos sus colaboradores y espero ansiosamente la salida al público del libro pues somos muchas personas que deseamos tener un ejemplar del mismo.A finales de este mes viajaré por vacaciones a mi país y compartiré con mi grupo de oración y mi sacerdote de confianza este testimonio.Ojalá y algún día Dios Nuestro Señor permita que Usted pueda viajar a Perú a dictar este taller para que también allí muchas personas se beneficien con sus enseñanzas. Un cálido abrazo de reconocimiento y agradecimiento, María del Rosario
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