El 7 de Enero de 1844 en Lourdes, una pequeña ciudad de Francia meridional, nació una niña cuyos padres, Luisa Castérot y Fransisco Soubirous, le impusieron el nombre de Maria Bernarda; Bernardette, como todos la llamarian despues.
A partir de 1854, varios acontecimientos vinieron a trastornar la vida de la familia de Bernardita. Sumidos en la extrema miseria: sin vivienda, sin trabajo, sin comida y sin dinero, un primo, Andrés Sajous, les dio en 1857, para habitar la vieja prisión fuera de uso llamada le cachot, el calabozo.
Comienzan otras pruebas
Esta niña, de solo 14 años(cumplidos en 1858), tuvo que ser sabia, firme, extraordinariamente valiente y con un muy buen discernimiento para poder enfrentarse con las personas que trataban de disuadirla, entre ellas sacerdotes, obispos, jefes de la policia, procuradores.
Sus interrogatorios serían de largas horas, algunas veces días enteros; y sus interrogadores trataban de engañarla para que contradijera sus declaraciones.
Bernardette después de las apariciones.
La humilde jovencita elegida para tan gran mision permaneció despues de las apariciones como era antes, es decir, la Virgen se encargó de conservarla sencilla, humilde y modesta. No le gustaban el bullicio ni la popularidad.
Hizo su primera comunión el mismo año 1858, el 3 de junio, día del Corpus Chisti.
Últimos años en Lourdes
Bernardette no podía recibir en su casa el cuidado que ella necesitaba para su frágil salud, y el gran número de visitantes curiosos le causaban fatiga. En el año 1860, las hermanas de la Caridad de Nevers, que servian el hospital y la escuela de Lourdes, le ofrecieron un asilo titular. Desde aquel día permaneció bajo su techo, con su salud delicada, pero con su consigna de siempre: no llamar la atención de nadie.
La religiosa
De allí se fue para comenzar su noviciado. Llegaron al convento de las Hermanas de la Caridad de Nevers el 7 de Julio de 1866 En los anales de la casa Madre se lee: "Bernardette es en realidad todo lo que de ella hemos oído, humilde en su triunfo sobrenatural; simple y modesta a pesar de que todo se le ha unido para elevarla.
Ella rie y es dulcemente feliz aunque la enfermedad se la está comiendo. Este es el sello de la santidad, sufrimiento unido a gozo celestial".
Sus superioras no la comprendieron y la hicieron sufrir muchisimo.
Bernardette, sin haber estudiado sobre las formas de oración, pasba horas en ella, recitando su resario con gran fervor. Vivía en unión perpetua con la Virgen Santísima y a través de Ella con Jesucristo.
Durante su noviciado, Bernardette fue tratada más severa y quzás más cruelmente que las otras novicias. Sus compañeras decían: "No es bueno ser Bernardette". Pero ella lo aceptaba todo y veía en ello la mano de Dios.
Despues de un ataque de bronquitis en el otoño de 1873, por el cual tuvo que ir al hospital, se le dió el trabajo de asistente de sacristán. Esto le daba la oportunidad de pasar mucho tiempo en la capilla, cerca del Santísimo Sacramento. Cuidaba los elementos sagrados con gran reverencia. El Corporal, los purificadores y las albas los trataba consciente de que Jesús Encarnado los había tocado durante el Sacrificio de la Eucaristía.
La Santa
Pronunció sus votos perpetuos el 22 de Septiembre de 1878, en un tiempo en que se sentía mejor. Pero no duró mucho. El 11 de Diciembre retornó a la enfermeria, para nunca mas salir. Sus últimos meses fueron muy difíciles, haciendole pasar por la noche oscura del alma. Perdió confianza, la paz del corazon y la certeza del cielo. Fué tentada al desánimo y la desesperación. Pensaba que era indigna de la salvación. Este fué su caliz mas amargo y su mayor sufrimiento. También sufría mucho fisicamente. La cama le causó tener la espalda repleta de llagas. Su pierna tubercolosa se le reventó. Desarrolló abscesos en los oídos , los que la hicieron prácticamente sorda por un tiempo. Si no hubieran sido tan evidentes sus síntomas, nadie hubiese sospechado de que estaba enferma. Su actitud tan serena y gozosa no manifestaba el profundo sufrimiento que padecía. A una hermana le dijo que iba a orar para que el Señor le mandara consolación, ella le respondió:
No, no, no consolación, solo fortaleza y paciencia.
Bernardette padeció su pasión durante la semana santa de 1879. El día 16 de Abril de 1879 rogó a las religiosas que asistían que rezaran el rosario, siguiendo ella con gran fervor. Al acabar un Ave María, sonrió como si se encontrara de nuevo en la gruta y exclamó emocionada: "Yo ví a la Virgen. Si, la vi, la vi.¡Que hermosa es!" Y despues de unos momentos de silencio dijo emocionada: "Ruega, Señora por esta pobre pecadora", y apretado su crucifijo sobre su corazón, murió. Eran las 3:15 pm.
A los funerales de Santa Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. y ella empezó a conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedian su ayuda. Treinta años mas tarde su cadaver fué exhumado y hallado en perfecto estado de conservación, unos años después, poco antes de su beatificación, efectuada el 12 de junio de 1925, se realizó un segundo reconocimiento del cuerpo, el cual seguía intacto.
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DE LOURDES
la Madre de Dios,
en Lourdes, benigna,
su trono fijó.
Ave, Ave, Ave María...
la Madre de Dios,
cantemos el «Ave»
a su Concepción.
Ave, Ave, Ave María...
que el cielo labró
sostiene en sus manos
más puras que el sol.
Ave, Ave, Ave María...
y ardiente oración
por los pecadores
que ofenden a Dios».
Ave, Ave, Ave María...
encuentran vigor;
aquí luz y vida
halla el pecador.
Ave, Ave, Ave María...
ORACIÓN A NTRA. DE LOURDES
Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.
Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.
¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!
Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.
ORACIÓN PARA PEDIR
LA SALUD DE LOS ENFERMOS
LA SALUD DE LOS ENFERMOS
¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros que derraméis a manos llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros.
Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuchéis: pero acordaos, os diré con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos haya sido abandonado de Vos.¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por vuestra mano curaciones sin cuento en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guardad también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo… Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén.
Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.
Rezar tres Avemarías.