martes, 8 de diciembre de 2009

Señor, «Crea en mí un corazón puro, rocíame por dentro con espíritu firme»



JMS Tú, Señor, estás cerca de cuantos te invocan de todo corazón; escucha, pues, la oración de quienes se adelantan a la aurora pidiendo tu auxilio y protege con tu brazo a quienes esperan en tus palabras. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
"Si vuestro espíritu no se concentra, vuestro corazón esta vacío de amor. Cuando se busca sea lo que sea con avidez y prisa, puede uno tocar cientos de veces el objeto sin ni siquiera darse cuenta. La ansiedad vana e inútil os fatigará espiritualmente, y vuestro espíritu no podrá dominar su sujeto. Hay que liberarse de toda ansiedad, porque ella es la peor enemiga de la devoción sincera y auténtica. Y esto principalmente cuando se ora. Recordad que la gracia y el gusto de la oración no proviene de la tierra sino del cielo y que es en vano utilizar una fuerza que solo podría perjudicaros". Padre Pio

“Con el recogimiento interior y exterior, oración y limpieza de alma, vivamos una vida interior en una conversación íntima con nuestro Dios, por una continua oración”.

“¡En la soledad él habla más al corazón!”. Santa Maravillas de Jesus


María, Madre de Jesús y Madre mia: Yo te ofrezco lo que tengo. Pongo en tus manos de madre buenísima: Mi casa, el cariño de mi familia, mis trabajos y estudio.
Tambien te ofrezco mis alegrias, y mi deseo de vivir en un mundo donde reine la paz y el amor. Te pido que seas quien me ayude a encontrarme con Dios en el cielo. Amen.



Oremos:
Dios todopoderoso, que por la concepción inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado; concédenos, por su intercesión, llegar a ti limpios de todas nuestras culpas.
Por Nuestro Señor Jesucristo.

Pidamos Perdon ¡Ten Piedad de mi Señor por tu bondad!
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí
Salmo 50;

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
9Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
11Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
13no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
15enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
17Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Madre antes de empezar mi canto, te ruego me alcanzes el perdon..

Por no haber sabido hacer silencio, como me enseñaste tú. Porque no siempre con mis palabras transmití las de Jesús. Porque a veces no fueron mis obras digno ejemplo de Su Vida. Y por haber dejado de hacer todo el bien que debía. Por desdebujar la imagen que Dios infundió en mi alma, dando participacion divina a mi condicion humana...

Señor: ¡Por tu gran compacion borra mis faltas! ¡ Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!

Madre quiero empezar de nuevo; ven a ayudarme en mi afan, de andar por el camino que me lleva a la casa celestial.

El viernes de cada semana en la liturgia de las Laudes se reza el salmo 50, el Miserere, el salmo penitencial más amado, cantado y meditado; se trata de un himno al Dios misericordioso, compuesto por un pecador arrepentido. Luego se pasa a exaltar el don de la gracia divina, que transforma y renueva el espíritu y el corazón del pecador arrepentido: es una región luminosa, llena de esperanza y confianza «La alegría y el gozo son frutos del Espíritu y nosotros nos fundamos sobre todo en el Espíritu Soberano. Por eso, los que son renovados con el Espíritu Soberano no están sujetos a la esclavitud, no son esclavos del pecado, no son indecisos, no vagan de un lado a otro, no titubean en sus opciones, sino que, cimentados sobre roca, están firmes y no vacilan». San Ambrosio

El Dios santo hace brillar su santidad sobre el hombre. ¿Quién no se estremecerá, si somos pecado? La presencia de Dios, en efecto, hace pasar al hombre de la muerte a la vida. Es una auténtica acción judicial de la que el hombre sale «justi-ficado», salvado. El sacrificio del salmista será un corazón quebrantado y humillado (v. 19). Es la norma que repite el Nuevo Testamento: Quien «haga la voluntad de mi Padre celestial» entrará en el Reino de los cielos. Así es como se comportó Jesús, fiel a la voluntad de Padre, aunque le costara la vida. «En virtud de esta voluntad y merced a la oblación del cuerpo de Cristo somos santificados» (Hb 10,10). Pleguémonos a la voluntad de Dios, tal como rezamos en el Padrenuestro.

Oremos: Dios Padre santo, que nos has mostrado tu inmensa compasión en tu Hijo bien amado, atráenos hacia el trono de tu gracia para que gocemos de tu entrañable misericordia. Nosotros, pobres pecadores, ponemos nuestra confianza en ti, Padre santo. Haznos volver y nosotros retornaremos, lávanos y quedaremos limpios como lana. Por tu inmensa compasión, borra, Señor, nuestras culpas y limpia nuestros pecados; que tu inmensa misericordia nos levante, pues nuestro pecado nos aplasta; no desprecies, Señor, nuestro corazón quebrantado y humillado, haz más bien brillar sobre nosotros el poder de tu Trinidad: que nos levante Dios Padre, que nos renueve Dios Hijo, que nos guarde Dios Espíritu Santo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén


Consagracion a Nuestra Señora de Schoenstatt


Querida Madre y Reina: Vengo a tu Santuario a buscar el silencio que afuera en el mundo lleno de ruidos , no es facil encontrar.

En mi ambiente muchas veces se vive la intranquilidad y en mi familia no siempre se vive la alegría, por eso a veces la vida se me hace dificil.

Hoy junto a Ti, quiero encontrar la paz; quisiera silenciar mi corazón ya que muchas veces no puedo rezar porque mi alma no puede descansar en Ti.

Ahora no sé que decirte pues mi corazón está lleno de tantas cosas...deseo renovarme interiormente en tu presencia, aquí ante tu trono, ante tu Hijo vivo y presente en el Sagrario. Con mucha esperanza he venido a tu Santuario, quisiera quedarme aquí espiritualmente para siempre y recibir con el corazón abierto todo lo que tú me tienes preparado.

Madre, al mirar tu imagen, descubro que tu me miras como si hubieras estado esperándome. Yo sé que quieres ser mi madre; Cristo tu Hijo te dio esta gran misión desde la cruz cuando dijo a Juan: "He aquí a tu Madre". Y Tú me aceptas tal cual soy; con todo lo que me preocupa y alegra, con mis deseos y necesidades, con mis talentos y miserias y en tu corazón encuentro hogar, seguridad y paz.

Allí me siento cobijado. Madre, escribe mi nombre en tu corazón y no lo borres jamás; desde allí enséñame el arte de descubrir el amor Misericordioso del Padre en todas las circunstancias de mi vida. Edúcame para que siempre pueda dar un sí dispuesto a la voluntad de Dios. Transforma mi pequeño corazón, dame la fortaleza en el dolor, paciencia y valor en las adversidades de la vida y dame la gracia que me impulse a colaborar en la construcción del Reino de Dios en mi ambiente.

Por eso hoy me entrego a Ti:

Oh Señora mía. Oh Madre mía, yo me ofrezco todo a Ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser; ya que soy todo tuyo oh Madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya. Amén.