JMS .."haznos semejantes a Ti, oh Rostro de Jesús".
"Quiero que Mi Rostro, que refleja las penas más íntimas, el dolor y el amor de Mi Corazón, sea más honrado. Quien me contempla, me consuela" La Madre Pierina, que es siempre la fiel confidente, se hace portavoz de este ruego y, poco a poco, la devoción al Divino Rostro se va consolidando de un modo concreto gracias a la intervención milagrosa de la Santísima Virgen, que ordena y dispone: un escapulario, una medalla, los medios para costearla, y una fiesta después del martes de quincuagésima para honrar la Santa Faz.
Madre Pierina Beatificada
Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz: Hijos míos, cuando beséis el Divino Rostro de Jesús diréis: Adorable Faz de Nuestro Señor Jesucristo, vilmente ultrajada por mis pecados, concédeme la fuerza necesaria para defenderte con la vida.
OH SEÑOR Jesucristo, al presentarnos ante Tu adorable Rostro para pedirte a Ti las gracias que más necesitamos, Te rogamos, por sobre todo, nos concedas la disposición interior para nunca dejar de hacer en ningún momento lo que Tu requieres de nosotros con Tus santos mandamientos y divinas inspiraciones. Amén.
El Rostro es el espejo del Corazón, es la fotografía del Corazón, es la expresión de sus sentimientos y más íntimos amores; es la manifestación visible de todo lo que se lleva en el Corazón.En el Antiguo Testamento no se conoce (físicamente) el rostro de Dios, y sin embargo, existe un gran anhelo en buscarlo y conocerlo: "Señor, busco tu rostro" (Sal 27, 8); "Cuando veré el rostro de Dios" (Salmo 41). El hombre fue creado para Dios.
Buscar el Rostro de Dios (su presencia, su voluntad, su sentir) es un llamado muy claro en el AT:
Salmo 105: "Buscad a Yahveh y su fuerza, id tras su rostro sin descanso"..
Meditacion Madre Adela De Los Corazones Traspasados
Santa Teresita llevaba dentro de su hábito y cerca de su corazón escrito sobre una imagen del Santo Rostro: "Haz que yo me asemeje a Ti, Oh Jesús". Para Sta. Teresita, el contemplar el Santo Rostro del Señor, significaba imitar todo lo que en El veía: un Dios con vida oculta, humilde, mansa y pobre; El Corazón de Dios siendo revelado en su Rostro.
Tu Rostro busco Señor
Divino Rostro De Nuestro Señor Jesucristo
"Descendí del cielo a la tierra para convertiros. En la antiguedad la gente era religiosa y sus cosechas abundantes; en el tiempo presente, por el contrario, son escasas.
Si quereis cosechar con abundancia no debeis trabajar los Domingos, pues en los Domingos debeis ir a la Iglesia y rezar para que Dios perdone vuestros pecados. El os dió seis días para trabajar y uno para el descanso y la devoción, para ofrecer vuestra ayuda al pobre y asistir a la Iglesia.
Las personas que disputan contra Mi religion o lanzan calumnias sobre esta Carta Sagrada, serán de Mi amparo abandonadas.
Por el contrario, aquellas que lleven consigo una copia de esta Carta, se librarán de morir por ahogamiento o de forma repentina; de morir de enfermedades contagiosas o por el rayo; de morir sin confesión, se librarán de sus enemigos y de la mano de la autoridad injusta, y de todos sus difamadores y falsos testigos.
Las mujeres que en tiempo de parto se hallen en peligro, conservando con ellas esta Oración, superarán la dificultad inmediatamente. En los hogares donde se guarde esta Oración nunca ocurrirá nada malo: y cuarenta días antes de la muerte de una persona que posea esta Oración, la Santísima Virgen se le aparecerá. Así lo dijo San Gregorio.
A todo creyente que recite durante 3 años, cada día, 2 Padres Nuestros, Glorias y Ave Marías, en honor de las gotas de sangre que perdí, le concederé las cinco gracias siguientes:
1.- La indulgencia plenaria y remisión de sus pecados.
2.- Estará libre de las penas del Purgatorio.
3.- Si debiera morir antes de completar los 3 años señalados, para él será igual que si los hubiera completado.
4.- A la hora de su muerte, será como si hubiese derramado toda su sangre por la Santa Fe.
5.- Yo mismo, descenderé del cielo a llevar su alma y la de sus familiares, hasta la cuarta generación.
Que se sepa: el número de soldados armados fue de 150; los que Me arrastraron atado fueron 23. Los verdugos, 83; los golpes recibidos en Mi cabeza, 150; en Mi estomago, 108; las patadas en Mis hombros, 80. Fui, atado, llevado arrastras por el pelo 24 veces; escupieron sobre Mi rostro 180 veces; fui apaleado 6666 veces en el cuerpo; 100 veces en la cabeza. Fui brutalmente empujado y a las 12 en punto alzado por el pelo; pinchado con espinas y tirado de la barba 23 veces; recibí 20 heridas en la cabeza; de puas de cecina, 72; pinchazos de espina en mi cabeza, 110; espinas mortales en la frente, 3. Después fui azotado y vestido como un rey de burla; las heridas en el cuerpo, 1000. Los soldados que me llevaron al Calvario fueron 608; me miraron 3, y se burlaron de Mi 1008; las gotas de sangre que perdí fueron 28,430."
Benedetta DA S.S. Papa Leon XIII, Roma, 5 Abril, 1890“¡Jesús! Tu imagen inefable es el astro que guía mis pasos. Tú lo sabes bien. Tu dulce rostro es aquí en la tierra mi paraíso. Mi amor descubre los encantos de tus ojos embellecidos por el llanto. Cuando contemplo tus dolores sonrío a través de mis lágrimas. Deseo vivir ignorada y solitaria para consolar tu belleza; esa belleza que se oculta en tu Faz bajo el misterio del dolor y que tan fuertemente me atrae a Ti. Tu faz es mi sola patria; ella es mi reino de amor, mi prado risueño, mi dulce sol de cada día. Ella es el lirio del valle, cuyo perfume misterioso consuela mi afligida alma y le hace gustar la paz de los cielos. Ella es mi reposo, mi dulzura y mi melodiosa lira. Tu rostro, dulce Salvador, es el divino ramillete de mirra que yo quiero guardar en mi corazón. Tu Faz es mi sola riqueza, no quiero nada fuera de ella. Jesús yo me asemejaré a Ti, y oculta entre los pliegues del velo de la Verónica, atravesaré la vida desapercibida de las criaturas. Deja en mi la divina impresión de tus besos, llenos de dulzura, y pronto llegaré a ser santa y atraeré a Ti todos los corazones. Cuando tus labios adorados impriman en mi el beso eterno, haz que me abrase de amor, y que este amor levante en el campo de la Iglesia una hermosa cosecha de almas santas”
Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz
Novena
Oremos Juntos
Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con El, por la redención del mundo.
Señor mío, y Dios mío Jesucristo:
Por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón,
y me ofrezco contigo al Padre
en tu santo sacrificio del altar,
con mi oración y mi trabajo,
sufrimientos y alegrías de hoy,
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu Reino.
Amén.
Dice el profeta Isaías: «No tenía apariencia ni presencia; lo vimos y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no lo tuvimos en cuenta». Es la descripción profética de la figura de Jesús camino del Calvario, con el rostro desfigurado por el sufrimiento, la sangre, los salivazos, el polvo, el sudor... Entonces, una mujer del pueblo, Verónica de nombre, se abrió paso entre la muchedumbre llevando un lienzo con el que limpió piadosamente el rostro de Jesús. El Señor, como respuesta de gratitud, le dejó grabada en él su Santa Faz.
Una letrilla tradicional de esta sexta estación nos dice: «Imita la compasión / de Verónica y su manto / si de Cristo el rostro santo / quieres en tu corazón». Nosotros podemos repetir hoy el gesto de la Verónica en el rostro de Cristo que se nos hace presente en tantos hermanos nuestros que comparten de diversas maneras la pasión del Señor, quien nos recuerda: «Lo que hagáis con uno de estos, mis pequeños, conmigo lo hacéis».
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
"El Señor os bendiga y os guarde; ilumine su rostro sobre vosotros y os sea propicio; el Señor os muestre su rostro y os conceda la paz" (cf. Nm 6, 24-26).
Amén.