JMS Abre el Corazon de Jesús y busca la conversión total.
25 de enero de 1988
Queridos hijos, hoy también los invito a la conversión total, que es difícil para todos aquellos que no han elegido a Dios. Los invito, queridos hijos, a convertirse totalmente a Dios. Dios puede darles todo lo que le pidan; pero ustedes sólo acuden a Dios cuando vienen las enfermedades, los problemas, las dificultades, y piensan que Dios está lejos de ustedes y que no los escucha y no atiende sus oraciones. No, queridos hijos, ¡eso no es cierto! Si están lejos de Dios no pueden recibir gracias porque no las piden con fe firme. Oro por ustedes todos los días y deseo acercarlos siempre más a Dios, pero no puedo hacerlo si ustedes no lo desean. Por eso, queridos hijos, pongan sus vidas en manos de Dios. Los bendigo.
Gracias por haber respondido a mi llamado.
25 de febrero de 1988
Queridos hijos, hoy también deseo invitarlos a la oración y al abandono total a Dios. Sepan que los amo y que es por amor que he venido aquí para mostrarles el camino de la paz y de la salvación de sus almas. Deseo que me obedezcan y que no permitan que satanás los seduzca. Queridos hijos, satanás es fuerte y es por eso que pido sus oraciones y que me las ofrezcan por aquellos que están bajo su influencia, para que se salven. Den testimonio con sus vidas y ofrezcan sus vidas por la salvación del mundo. Estoy con ustedes y les doy las gracias. En el Cielo recibirán del Padre la recompensa que Él les ha prometido. Por eso, hijitos, no se preocupen. Si ustedes oran, satanás no podrá hacer nada contra ustedes porque ustedes son hijos de Dios y Él tiene Su Mirada puesta en ustedes. ¡Oren!, que el rosario esté siempre en sus manos como signo para satanás de que ustedes me pertenecen.
Gracias por haber respondido a mi llamado.
25 de marzo de 1988
Queridos hijos, hoy también los invito al total abandono a Dios. Ustedes, hijos queridos, no son conscientes del gran amor con que Dios los ama; es por ese amor que Él me permite estar con ustedes, para instruirlos y ayudarlos a encontrar el camino de la paz. Pero si no oran no encontrarán ese camino. Por eso, hijos queridos, déjenlo todo y dediquen su tiempo a Dios, y Dios los recompensará y los bendecirá. Hijitos pequeños, no olviden que sus vidas pasan como una florecilla de primavera, que hoy es maravillosa y mañana no se encuentran rastros de ella. Por eso, oren de modo tal que la oración y el abandono a Dios se vuelvan una señal en el camino. Así sus testimonios no tendrán solamente valor ahora para ustedes sino para toda la eternidad.
25 de junio de 1990
Querido hijos, hoy deseo agradecerles por todas sus oraciones y sacrificios. Los bendigo con mi especial bendición maternal. Los invito a que se decidan por Dios y a que día tras día descubran Su Voluntad por medio de la oración. Deseo, hijitos queridos, llamarlos a todos a la conversión total para que la alegría reine en sus corazones. Estoy contenta de que hoy aquí sean tan numerosos.
25 de octubre de 1992
Queridos hijos, los invito a la oración ahora que satanás es fuerte y quiere adueñarse de tantas almas como sea posible. Oren, hijos queridos, y tengan más confianza en mí porque estoy con ustedes para ayudarlos y guiarlos por el camino nuevo hacia una vida nueva. Por eso, queridos hijitos, escuchen y vivan lo que les digo, porque es importante para ustedes que -cuando no esté más con ustedes- recuerden mis palabras y todo lo que les he dicho. Los invito a iniciar una vida nueva cambiando y decidiéndose por la conversión, cambiando no con palabras sino con sus vidas.
Gracias por haber respondido a mi llamado.
25 de julio de 1995
Queridos hijos, los invito a la oración porque sólo en oración ustedes podrán comprender mi venida a aquí. El Espíritu Santo los iluminará para que entiendan que deben convertirse. Hijitos, deseo hacer de ustedes un hermoso ramillete preparado para la eternidad, pero ustedes no aceptan el camino de conversión, el camino de salvación que les ofrezco a través de estas apariciones. ¡Oren, hijitos! Conviertan sus corazones y acérquense a mí. Que el bien supere al mal. Los amo y los bendigo.
25 de setiembre de 1998
¡Queridos hijos! Hoy los invito a volverse testigos míos viviendo la fe de sus padres. Hijitos, ustedes buscan signos y mensajes y no ven que –con el amanecer de cada día- Dios los llama a convertirse y a regresar al camino de la verdad y de la salvación. Ustedes hablan demasiado, hijitos, pero trabajan poco en su propia conversión. Por eso, conviértanse y comiencen a vivir mis mensajes no con palabras sino con la vida. De ese modo, hijitos, tendrán la fuerza de decidirse por la verdadera conversión del corazón.
25 de abril de 2000
Queridos hijos, hoy también los invito a la conversión. Ustedes se preocupan demasiado de las cosas materiales y poco de las espirituales. Abran sus corazones y vuelvan a trabajar más en la conversión personal. Decídanse a dedicar cada día un tiempo a Dios y a la oración, hasta que la oración se vuelva para ustedes un encuentro gozoso con Dios. Solamente así la vida de ustedes tendrá sentido y contemplarán con alegría la vida eterna.
25 de mayo de 2001
Queridos hijos, en este tiempo de gracia los invito a la oración. Hijitos, trabajan mucho pero sin la bendición de Dios. Bendigan y busquen la sabiduría del Espíritu Santo para que los guíe en este tiempo, a fin de que comprendan y vivan en la gracia de este tiempo. Conviértanse, hijitos, y arrodíllense en el silencio de su corazón. Pongan a Dios en el centro de su ser, para que puedan en alegría testimoniar las bellezas que Dios les da continuamente en su vida.
El núcleo de los mensajes que la Santísima Madre da en Medjugorje es de paz, conversión, abandono totalmente confiado en Dios, oración, ayuno, fe viva, vida sacramental.
La verdadera paz, la que viene de Dios, es producto, es gracia de conversión. Convertirse significa regresar a Dios. Es ponerlo a Él como meta de nuestra existencia. Es cambiar radicalmente de vida para centrarla en Jesús, que es el único Camino. Y la Virgen viene precisamente para eso. A enseñarnos, a ayudarnos, a darnos fuerzas para que el Espíritu Santo produzca el cambio en nosotros, la conversión del corazón. Por eso es Ella la Reina de la Paz.
En todos sus mensajes nos está invitando a que nos hagamos disponibles a esta gracia, a que aprovechemos este tiempo que la Misericordia de Dios nos dio. Éste, en efecto, es tiempo de misericordia, es decir tiempo de María. Tiempo de llamado al retorno a la casa del Padre. María es la Pedagoga sublime que nos lleva al Maestro, que es el Señor.