martes, 20 de octubre de 2009

Dios nuestro, de quien todo bien procede, inspíranos propósitos de justicia y santidad y concédenos tu ayuda para poder cumplirlos.


JMS Evangelio del dia 20 de Octubre y Meditacion
El Señor es mi luz y mi salvación . Concédenos, Señor, hacer tu voluntad


Evangelio

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá.

Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.
Lucas (12, 35-38)

Meditacion

Señor, tú eres mi amor, mi fuerza y mi refugio, mi liberación y mi ayuda. Tú eres mi Dios.

El Señor nos dice una vez más que nuestra actitud ha de ser como la de aquel que está a punto de emprender un viaje, o de quien espera a alguien importante. La situación del cristiano no puede ser de somnolencia y de descuido. Y esto por dos razones: porque el enemigo está siempre al acecho, como león rugiente, buscando a quien devorar, y porque quien ama no duerme. “Vigilar es propio del amor. Cuando se ama a una persona, el corazón vigila siempre, esperándola, y cada minuto que pasa sin ella es en función de ella y transcurre vigilante . Jesús pide el amor. Por eso solicita vigilancia”. En Italia, muy cerca de Castelgandolfo, hay una imagen de la Virgen colocada junto a una bifurcación de carreteras, y tiene la siguiente inscripción: Cor meum vigilat.

El Corazón de la Virgen está vigilante por Amor. Así debe estar el nuestro: vigilante por amor, y para descubrir al Amor que pasa cerca de nosotros. Enseña San Ambrosio que si el alma está adormecida, Jesús se marcha sin haber llamado a nuestra puerta, pero si el corazón está en vela, llama y pide que se le abra. Muchas veces a lo largo del día pasa Jesús a nuestro lado. ¡Qué pena si la tibieza impidiera verlo!

“¡Cuánto te amo, Señor, mi fortaleza, mi alcázar, mi libertad! (Sal 17, 2-3). Eres lo más deseable y amable que puede imaginarse. ¡Dios mío, ayuda mía! Te amaré según me lo concedas y yo pueda, mucho menos de lo debido, pero no menos de lo que puedo... Podré más si aumentas mi capacidad, pero nunca llegaré a lo que te mereces”. No permitas que, por falta de vigilancia, otras cosas ocupen el lugar que solo Tú debes llenar. Enséñame a mantener el alma libre para Ti, y el corazón dispuesto para cuando llegues.

El alma adormecida en la tibieza vive sin verdaderos objetivos en la lucha interior que atraigan e ilusionen. “Se va tirando”. Se ha dejado el empeño por ser mejores, o se lleva una lucha ficticia e ineficaz. Queda en el corazón un vacío de Dios que el tibio intenta llenar con otras cosas, que no son Dios y no llenan; y un especial y característico desaliento impregna toda la vida de relación con el Señor. Se pierde la prontitud y la alegría en la entrega, y la fe queda apagada, precisamente porque se ha enfriado el amor. A un estado de tibieza le ha precedido siempre un conjunto de pequeñas infidelidades, cuya culpa –no zanjada– está influyendo en las relaciones de esa alma con Dios.

Tened ceñidas las cinturas y las lámparas encendidas..., atentos a los pasos del Señor. Es una llamada a mantenernos alerta, con la lucha diaria planteada en puntos muy concretos. Nadie estuvo más atento a la llegada de Cristo a la tierra que su Madre Santa María. Ella nos enseñará a mantenernos vigilantes si alguna vez sentimos que ese mal sueño hace su presencia en el alma.

“¡Señor, qué bueno eres para el que te busca! Y ¿para el que te encuentra?”. Nosotros lo hemos encontrado. No lo perdamos.


Santo del dia 20

Irene de Tancor, Santa Religiosa, Octubre 20

Irene de Tancor, Santa

Religiosa

Etimología: Irene = Aquella que trae la paz. Viene de la lengua griega.

La historia nos dice que esta joven era muy bella y piadosa. Sin orgullo por los dones físicos que Dios le había concedido, ella se dedicó a darle gracias por ellos y a vivir una intimidad muy estrecha con el Señor. No le apetecía presentarse a un concurso de “mises”. Su mejor cualidad residía en su fuerza interior, sí esa que mueve el Espíritu Santo en los corazones. Nació en el lejano siglo VII en la región de Tancor que, más tarde, se llamaría Portugal. La época no le fue muy propicia para vivir en paz. Los musulmanes dominaban ampliamente toda la zona. Ella, sin en embargo, hija de padres cristianos, recibió una esmerada educación en el monasterio. Una vez que hubo terminado sus estudios, volvió a casa con la intención clara de dedicarse a la vida religiosa. Dicen sus biografías que rezaba mucho en casa. Apenas salía. Eso sí, la única salida que hacía era para ir a la Misa. Un apuesto joven puso los ojos en ella y se enamoró locamente de sus encantos. Cuando ella le comunicó que había hecho voto de virginidad, sintió el joven una gran pena en su corazón enamorado. Al principio lo aceptó más o menos bien. Pero a medida que pasaban los días, su mente y su vida entera maquinaban lo peor. Y efectivamente, el chico le pagó a un criminal una cantidad de dinero para que le diese muerte. Cuando su cuerpo joven cayó a tierra sin vida, lo arrojó al río Tajo. Un tío de Irene se enteró del vil asesinato. Fue corriendo a las riberas del río para encontrar su cadáver y llevarlo en procesión al monasterio. Hoy se conoce esta ciudad con el nombre de Santarén (Santa Irene). Es un nombre muy popular en España y Portugal. Murió en el año 653.

Oremos
Resplandezca sobre nosotros,
Padre omnipotente, el esplendor de tu gloria, Cristo, luz de luz, y el don de tu Espíritu Santo confirme los corazones de tus fieles, nacidos a la vida nueva en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor, Amén.