sábado, 5 de febrero de 2011

Quédate, Señor, conmigo, porque Tú eres mi luz y sin Ti estoy en tinieblas.


JMS Quedate Señor Conmigo...
Quédate, Señor, conmigo, porque soy muy débil y necesito de tus alientos y de tu fortaleza para no caer tantas veces.

Quédate, Señor, conmigo, porque Tú eres mi vida y sin Ti con frecuencia decaigo en el fervor. Quédate, Señor, conmigo, porque Tú eres mi luz y sin Ti estoy en tinieblas. Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga. Quédate, Señor, conmigo, para demostrarme todas tus voluntades. Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y vivir siempre en tu compañía.
Esta Oracion muy conocida ha sido compuesta por El Santo Padre Pio de Pietrelcina para rezarla despues de la Santa Comunion:
Has venido a visitarme
Como Padre y como amigo Jesús, no me dejes solo. ¡Quédate Señor conmigo! Por el mundo envuelto en sombras Soy errante peregrino Dame tu luz y tu gracia ¡Quédate Señor conmigo! En este precioso instante Abrazado estoy contigo Que esta unión nunca me falte ¡Quédate Señor conmigo! Acompáñame en la vida Tu presencia necesito Sin ti desfallezco y caigo ¡Quédate Señor conmigo! Declinando está la tarde Voy corriendo como río al hondo mar de la muerte. ¡Quédate Señor conmigo! En la pena y en el gozo Sé mi aliento mientras vivo Hasta que muera en tus brazos ¡Quédate Señor conmigo!
Gentileza de: Crucificado sin cruz.blogspotot.com

Bendice al Señor alma mia, que todo mi ser bendiga a Su Santo Nombre; Bendice al Señor alma mia, y nunca olvides sus beneficios. El Señor es bondadoso y compasivo. del salmo 102

Mas oraciones en: Caminando con Jesus

Reflexion
El cansancio nos enseña a ser humildes y a vivir mejor la caridad.
El Señor entiende bien nuestra fatiga porque Él pasó por esas situaciones similares a las nuestras. Nosotros debemos aprender a recuperarnos junto a Él: Venid a mí todos los que andáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Nos aligeramos de nuestra carga cuando unimos nuestro cansancio al de Cristo, ofreciéndolo por la redención de las almas. Nos aliviará cuidar especialmente de la caridad amable con quienes nos rodean, también si en esos momentos nos cuesta un poco más. Y nunca debemos olvidar que el descanso es, a la vez, una situación que hemos de santificar. Esos momentos de distracción no deben ser parcelas aisladas en nuestra vida, ni ocasión de permitir alguna compensación egoísta, de buscarse a sí mismo. El Amor no tiene vacaciones.
Jesús se vale también de los momentos en que toma nuevas fuerzas para remover las almas. Mientras descansa junto al pozo de Jacob, una mujer se acercó dispuesta a llenar su cántaro de agua. Esa será la oportunidad que aprovechará el Señor para mover a esta mujer samaritana a un cambio radical de vida. También nosotros sabemos que ni siquiera nuestros momentos de fatiga deben pasar en vano. “Solo después de la muerte sabremos a cuántos pecadores les hemos ayudado a salvarse con el ofrecimiento de nuestro cansancio. Solo entonces comprenderemos que nuestra inactividad forzosa y nuestros sufrimientos pueden ser más útiles al prójimo que nuestros servicios efectivos”.
No dejemos nunca de ofrecer esos períodos de postración o de inutilidad por el agotamiento o la enfermedad. Ni en esas circunstancias dejemos tampoco de ayudar a los demás. El cansancio nos enseña a ser humildes y a vivir mejor la caridad.
Advertimos entonces que no lo podemos todo y que necesitamos de los demás; el dejarse ayudar favorece en gran manera la humildad. A la vez, como todos nos encontramos más o menos fatigados, comprendemos mejor el consejo de San Pablo de llevar los unos las cargas de los otros
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ORACIÓN DE ENTREGA (SAN IGNACIO DE LOYOLA) Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me disteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es Vuestro: disponed de ello según Vuestra Voluntad. Dadme Vuestro Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.