lunes, 14 de febrero de 2011

Eleva tu pensamiento: Dios te ve. Levanta tu corazón: Dios te ama. Ponte bajo el influjo de su mirada amorosa.


JMS El hombre ama a Dios ante todo alabándole, adorándole y sirviéndole. En esta línea debo ordenar mi existencia. Pero el amor es más que esto. Por su propia naturaleza, el amor busca unión. Dios nos creó para ser sus hijos adoptivos en Jesucristo y por Jesucristo. San Ignacio de Loyola
Espíritu Santo, Autor de toda luz: ilumina mi inteligencia, para que conozca la verdad y mueve mi voluntad, para cumplirla. Amén.
El amor de Dios es la fuente del entusiasmo de Ignacio por la salvación de las almas, por las que emprendió tantas y tan grandes cosas y a las que consagró sus vigilias, oraciones, lágrimas y trabajos. Se hizo todo a todos para ganarlos a todos y al prójimo le dio por su lado a fin de atraerlo al suyo. Recibía con extraordinaria bondad a los pecadores sinceramente arrepentidos; con frecuencia se imponía una parte de la penitencia que hubiese debido darles y los exhortaba a ofrecerse en perfecto holocausto a Dios, diciéndoles que es imposible imaginar los tesoros de gracia que Dios reserva a quienes se le entregan de todo corazón.
El santo proponía a los pecadores esta oración, que él solía repetir: "Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Vos me lo disteis; a vos Señor, lo torno. Disponed a toda vuestra voluntad y dadme amor y gracia, que esto me basta, sin que os pida otra cosa".

Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.
El libro más famoso de San Ignacio se titula: "Ejercicios Espirituales" y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios.
En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo. Su lema era: "Todo para mayor gloria de Dios". Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido. En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil.
A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente. Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió subitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años.


Oracion compuesta por San Ignacio

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.
San Ignacio en el libro de los ejercicios espirituales procura que el hombre se esfuerce en ordenar su propia vida según el proyecto de Dios. Para lo cual es indispensable librarse de toda “afección desordenada”, es decir, de todos aquellos amores que no están ordenados a Dios como fin. Ya que es muy difícil conocer y hacer la voluntad de Dios si uno no está dispuesto a renunciar a la suya en todo aquello que ésta tenga de malo o desordenado. Este conocer y querer cumplir la voluntad de Dios, llevará al ejercitante a planificar su vida y a tomar decisiones importantes de acuerdo al beneplácito divino. Por este motivo es que no pocos haciendo Ejercicios Espirituales, llegan a conocer y a seguir la Voluntad de Dios respecto de su vocación. De aquí que, si bien el discernimiento de la vocación no es el fin principal de los Ejercicios, sin embargo son un método, me atrevo a decir casi infalible, de discerniendo vocacional para quien busque a Dios con rectitud de corazón. Confirme y perfeccione nuestras palabras sobre el fin y el método del los Ejercicios, lo referido por el Santo Padre hace algunos años atrás: “… ya que los Ejercicios son un conjunto de meditaciones y oraciones en atmósfera de recogimiento y de silencio, y sobre todo un particular impulso interior -suscitado por el Espíritu Santo- para abrir amplios espacios en el alma a la acción de la gracia. El cristiano con el fuerte dinamismo de los Ejercicios es ayudado a entrar en el ámbito de los pensamientos de Dios, de sus designios para confiarse a El, Verdad y Amor, así como para tomar decisiones comprometidas en el seguimiento de Cristo, midiendo claramente sus dones y las responsabilidades propias”.

Como Orar
Vas a la oración y vas a entrar en contacto intencional y amoroso con El, vas a conversar familiarmente con quien sabes que te ama. Vas a tomar conciencia de que Dios esta contigo; vas a elevar tu alma hacia Dios para unirte con El por el afecto; vas a oír a Dios que te hable silenciosamente; vas a dejar desbordarse tu alma a impulsos de la fe, de la esperanza, del amor; vas a poner tu vivir sincronizado con el pensamiento y con la voluntad de Dios...
Cuando estas ante Dios, en reverencia y en amor, oras. Toda palabra dicha a Dios, cuando sale del fondo del corazón, El la escucha con amor.
Ofrece a Dios tu oración, pídele su gracia, rectifica la orientación de tu vida: buscar a Dios.
Deja que Dios, ore en ti y contigo: réstale tu mente y tu corazón, Pide por Cristo, adora con Cristo, ama a Dios en Cristo. Procura también unirte a toda la Santa Iglesia: a tantas almas fervorosas que oran y aman a la vez contigo y por ti.
No tengas prisa: ora con calma, sosegadamente, con gran paz, como quien respira a ritmo lento. No vaciles en pedir, pero procura también adorar, agradecer, arrepentirte, desear, confiar, amar.

Si quieres avanzar en la oración, se mortificado.
Tu oración ha de ser dialogo y no monologo.
Mas que hacer actos de oración, aspira a vivir en estado de oración.
Ten confianza en Dios: mírale como Padre.
Busca en todas las cosas a Dios con paz.
Así iras hallando tu comino en la oración.
Fuente: Ejercicios Espirituales Ignacianos

Oremos
Ojos de Jesús, mírenme Labios de Jesús, háblenme Pies de Jesús, búsquenme Manos de Jesús, bendíganme Brazos de Jesús, abrácenme Corazón de Jesús, ámame . Y a la eterna gloria, llévame. Amén.

Señor Mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mi me pesa de todo corazón, haberte ofendido. Propongo firmemente nunca mas pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderte, confesarme, y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Te ofrezco mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados; y confío que en Tu divina bondad y misericordia infinita me los perdonaras, por los méritos de Tu Preciosisima Sangre. Pasión y Muerte, y me darás gracia, para enmendarme y perseverar en Tu Santo Servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

Oracion a San Ignacio
San Ignacio de Loyola, acudo a ti confiado, ¡oh Patrón de los Ejercicios!, en los méritos que alcanzaste al hacerlos y escribirlos, en la santa gruta de Manresa, pidiendo me alcances de Nuestro Señor Jesucristo aquel vivo dolor, vergüenza y confusión de los pecados propios para que íntimamente purificado consiga aquel interno conocimiento que tu tenias del mismo Señor Jesús, con el fin de no hacerme sordo a su llamamiento, sino que aclarada su divina voluntad sobre mi, la abrace con generosidad y con amor, ahora y para siempre, a mayor gloria de Dios. Amén.

Gentileza: wikipedia.org
Dios es mi salvación; en el confío y no temeré. Porque mi fuerza y mi canto es el Señor: El ha sido para mi la salvación. Sacareis con alegría el agua de las fuentes de salvación, y aquel día diréis: ¡Alabad al Señor, invocad su nombre y publicad sus obras magnificas ante los pueblos!