Queridos hijos, el amor de Dios está en mis palabras. Hijos míos, es el amor que desea conducirlos a la justicia y a la verdad. Es el amor que les quiere salvar de sus ilusiones. ¿Y ustedes, hijos míos? Sus corazones permanecen cerrados. Son duros. No responden a mis llamados. No son sinceros.
Mirjana sintió un fuerte dolor y rogó que no nos abandone.
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