JMS "..Porque él librara al necesitado que suplica, al humilde que no tiene defensor; tendrá compasión del abandonado, y salvará la vida de los necesitados.Que te adoren, Señor, todos los pueblos."
Señor, que has comenzado de modo admirable la obra de redención de la humanidad con el nacimiento de tu Hijo; concédenos, te rogamos, una fe tan sólida que, guiados por el mismo Jesucristo, podamos alcanzar los premios eternos que nos has prometido.Por nuestro Señor Jesucristo...Amén.
La Sagrada Familia se presentó en el Templo confundida, como una más. María y José ofrecieron el Niño a Dios y lo rescataron, recibiéndolo de nuevo. La Virgen cumplió con los ritos de la purificación. Cuando llegaron a la puerta del Templo se presentó ante ellos un anciano llamado Simeón, tomó al Niño en sus brazos, y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, puedes sacar en paz de este mundo a tu siervo, según tu palabra: porque mis ojos han visto a tu Salvador.
Aquel encuentro con Jesús ha sido lo verdaderamente importante en su vida; ha vivido para este instante. Nosotros hemos tenido con Jesús muchos encuentros en la Sagrada Comunión. Encuentros más íntimos y más profundos que los de Simeón. Después de cada Comunión, llenos de fe, de esperanza y de amor, también podemos decir: mis ojos han visto al Salvador.
En la vida corriente, el llamar a una persona por su nombre indica familiaridad. “Suele suponer un paso decisivo en una amistad, el que dos personas empiecen, sin esfuerzo, a llamarse mutuamente por sus nombres de pila. Y cuando nos enamoramos, y todas nuestras experiencias se hacen más agudas y las cosas pequeñas significan tanto para nosotros, hay un nombre propio cuando lo vemos escrito en la página de un libro o cuando lo oímos en una conversación; su simple encuentro nos estremece. Este sentido de amor personal fue el que personas como San Bernardo dieron al nombre de Jesús”. También para nosotros el Señor lo es todo, y por eso le tratamos con toda confianza.
“Pierde el miedo a llamar al Señor por su nombre –Jesús– y a decirle que le quieres”.San Josemaría Escrivá
A un amigo le llamamos por su nombre. ¿Cómo no vamos a llamar a nuestro mejor Amigo por el suyo? Él se llama JESÚS, así lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno. Dios mismo fijó su nombre por medio del Ángel. Con el nombre queda señalada su misión: Jesús significa Salvador. Con Él nos llega la salvación, la seguridad y la verdadera paz: Es el nombre superior a todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno.
El nombre era de gran importancia entre los judíos. Cuando a alguien se le imponía un nombre se quería expresar lo que había de ser en el futuro. Si no se conocía el nombre de una persona, no se conocía a esta en absoluto. Tachar un nombre era suprimir una vida, y cambiarlo suponía alterar el destino de la persona. El nombre expresaba la realidad profunda de su ser. Entre todos los nombres, el de Dios era el nombre por excelencia.
En el pueblo judío, el nombre se imponía en la circuncisión, rito instituido por Dios para señalar como con una marca y contraseña a quienes pertenecían al pueblo elegido. Era la señal de la Alianza que Dios hizo con Abraham y su descendencia y prescribió que se realizase al octavo día del nacimiento. El incircunciso quedaba excluido del pacto y, por tanto, del pueblo de Dios.
En cumplimiento de este precepto, Jesús fue circuncidado al octavo día9, como decía la Ley. María y José cumplieron lo que estaba legislado. “Cristo se sometió a la circuncisión en el tiempo en que estaba vigente" Santo Tomás.
Y así su obra se nos ofrece como ejemplo a imitar, para que observemos las cosas que en nuestro tiempo están preceptuadas” y no busquemos situaciones de excepción o privilegio cuando no hay razón para ello. Terminada la circuncisión de Jesús, sus padres, María y José, repetirían por vez primera el nombre de Jesús, llenos de una inmensa piedad y cariño.
"...en verdad os digo que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederá".
En el nombre de Jesús se perdonan los pecados y las almas son purificadas y santificadas.
Anunciar este nombre constituye la esencia de todo apostolado, pues Él “es el fin de la historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones”.
En Jesús encuentran los hombres aquello que más necesitan y de lo que están sedientos: salvación, paz, alegría, perdón de sus pecados, libertad, comprensión, amistad. “¡Oh Jesús..., cómo te compadeces de los que te invocan! ¡Qué bueno eres con quienes te buscan!
¡Qué no serás para quienes te encuentran!...
Invocando el Santísimo Nombre de Jesús desaparecerán muchos obstáculos y sanaremos de tantas enfermedades del alma que a menudo nos aquejan.
“Que tu nombre, oh Jesús, esté siempre en el fondo de mi corazón y al alcance de mis manos, a fin de que todos mis afectos y todas mis acciones vayan dirigidas a ti En tu nombre, ¡oh Jesús!, tengo remedio para corregirme de mis malas acciones y para perfeccionar las defectuosas; también, una medicina con que preservar de la corrupción mis afectos o sanarlos, si ya estuvieran corrompidos".
Otras veces, mirando al Señor, Dios hecho Niño por amor nuestro, le diremos llenos de confianza:. "Señor, Jesús, en ti confiamos, en ti confío.!"
Junto al nombre de Jesús hemos de tener en nuestros labios los de María y de José: los nombres que más veces debió pronunciar el mismo Señor.
Hoy Rezamos en honor a Jesus en el dia de Su Santisimo Nombre le ofrecemos un ratito de oracion, cierra los ojos un momento y piensa en lo que puedes ofrecer con el corazon sincero.
Luego reza esta oracion de Santa Teresita y ofrecete a Jesus, rezaremos por ti.
Jesús, cuando eras peregrino en nuestra tierra, Tú nos dijiste: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y vuestra alma encontrará descanso. Mi alma encuentra en Ti su descanso al ver cómo te rebajas hasta lavar los pies a tus apóstoles. Entonces me acuerdo de aquellas palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: Os he dada ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.
El discípulo no es más que su maestro... Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. Yo comprendo, Señor, estas palabras salidas de tu corazón manso y humilde, y quiero practicarlas con la ayuda de tu gracia. Te ruego, divino Jesús, que me envíes una humillación cada vez que yo intente colocarme por encima de las demás.
Yo sé bien Dios mío, que al alma orgullosa tú la humillas y que a la que se humilla le concedes una eternidad gloriosa; por eso, quiero ponerme en el último lugar y compartir tus humillaciones, para tener parte contigo en el reino de los cielos. Pero Tú, Señor, conoces mi debilidad.
Cada mañana hago el propósito de practicar la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo.
Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso, quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en Ti. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te repetiré muchas veces: ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!. Amén
Fuentes: Santo Tomás, Suma Teológica,San Josemaría Escrivá, Camino, n. 303. San Bernardo, Sermones sobre los cantares.
Oracion: Oraciones y Devociones.org