jueves, 17 de septiembre de 2020

"Que el Señor tenga misericordia con el mundo entero, y que el mundo entero responda a su llamado de conversión, que el hombre se entregue totalmente a Dios y que no deje pasar este momento tan especial".

JMS Novena a Nuestra Señora del Rosario de San Nicolas


           
                       

15-1-85 443

Hijos míos, comenzad una Novena especial el día diecisiete para terminar el veinticinco.
Digo especial, porque quiero que hagáis peticiones, y os aseguro que ninguna súplica hecha con amor, quedará desoída por vuestra Madre.
Esta Novena, se renovará todos los meses y abundarán Gracias.
Alabado sea el Señor.

Evangelio según san Lucas 7, 36-50

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se sentó a la mesa.
Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás de Jesús, comenzó a llorar; con sus lágrimas bañaba sus pies, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con el perfume.
Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar:
"Si éste fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando: sabría que es una pecadora".
Entonces Jesús le dijo:
"Simón, tengo algo que decirte". El contestó:
"Dímelo, Maestro".
Jesús le dijo:
"Dos hombres debían dinero a un prestamista: uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?"
Simón respondió:
"Supongo que aquel a quien le perdonó más".
Jesús le dijo:
"Has juzgado bien".
Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón:
"¿Ves a esta mujer? Cuando entré a tu casa, no me ofreciste agua para los pies; ella, en cambio, me los ha lavado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.
Tú no me ungiste con aceite la cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume.
Por eso te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque tiene mucho amor. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama".
Luego le dijo a la mujer:
"Tus pecados te han quedado perdonados".
Los invitados empezaron a decir entre sí:
"¿Quién es éste, que hasta los pecados perdona?"
Pero Jesús dijo a la mujer:
"Tu fe te ha salvado, vete en paz".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Salmo 117

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: Su misericordia es eterna.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno.

Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno.

No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Tú eres mi Dios, te doy gracias; tú eres mi Dios, yo te alabo.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno.


Invitacion 



Para hacer la Novena primero se pone como intención general la que está en el primer mensaje que citamos abajo (PM 43), también por las intenciones de la Santísima Virgen y por nuestras propias intenciones; y luego rezamos el Santo Rosario.

14-12-83 (ex 7) PM 43

Pide en tus intenciones, en la manera en que lo estás haciendo:
"Que el Señor tenga misericordia con el mundo entero,
y que el mundo entero responda a su llamado de conversión,
que el hombre se entregue totalmente a Dios
y que no deje pasar este momento tan especial".
"Dad a conocer mi Novena, que todos tengan oportunidad de hacerla y pedir al Señor por todos ellos; vosotros seguidla fielmente, no la cortéis, unidos debéis rezar y pedir. Yo la mandé, respetadla...".
Leed: Hebr. 10, 19-25; 11, 1-3

Recemos con fe a Dios por medio de Maria

19-2-84 Súplica al Señor

Señor, Tú eres mi fortaleza y mi razón de ser,

escucha mi voz y mi plegaria,

tiende tu mano que yo me aferro para poder vivir.

Yo me refugio en Ti, Señor.

Mi corazón está contigo. Amén



1-5-84 Oración para rechazar al Maligno

“A mi derecha y a mi izquierda está mi Señor, no hay un tercer lugar, no lo hay para el enemigo”.

Y os lo aseguro que se retirará de vuestro lado. Amén. Amén.







31-12-85 Gracias Señor

Gracias por ser mi guía,

por el aire que respiro

porque puedo ver el día,

por estar viva y sentirte dentro mío.

Por saber que no estoy sola,

por querer a mis hermanos,

por mi familia, mi hogar,

por la Luz que has derramado.

Gracias por las alegrías,

por darme a tu Madre, como Madre,

por la Cruz de cada día,

porque con ella quieres salvarme.

Amén.

Me dice la Virgen: “Hija, ésta debería ser la oración diaria de todo cristiano”.

SANTO ROSARIO

viernes, 7 de agosto de 2020

Sagrado Corazon de Jesus, Manten nuestras familias cerca de tu Amor y que tu proteccion este siempre con nosotros, amen.

JMS



Evangelio según san Mateo 16, 24-28

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida? ¿O qué puede dar uno a cambio de su vida? El Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles. Entonces tratará a cada uno según su conducta. Les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin ver antes al Hijo del hombre venir como rey".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.



¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente os adoro con todos los espíritus de mi pobre corazón, yo os alabo, yo os ofrezco las alabanzas todas de los más amantes serafines y de toda vuestra corte celestial y todas las que os puede dar el Corazón de vuestra Madre Santísima. Amén.

Novena al Sagrado Corazon de Jesus


Oracion del padre Pio al Sagrado Corazon 



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Sagrado Corazon de Jesus en Vos Confio!!!!

martes, 16 de junio de 2020

«No tengas miedo -le dijo-, porque yo estoy contigo» (Hch 18,9-10).

JMS 


Evangelio según san Mateo 5, 43-48
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos oren por quienes los persiguen. Así serán dignos hijos de su Padre del cielo, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos.
Porque, si aman a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen también eso los que recaudan impuestos para Roma? Y si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de más? ¿No hacen lo mismo los paganos? Ustedes sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús

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Salmo 50

Misericordia, Señor, hemos pecado.

Ten piedad de mí, Dios mío, por tu amor, por tu inmensa compasión, borra mi culpa; lava del todo mi maldad, limpia mi pecado.
Misericordia, Señor, hemos pecado.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado; contra ti, contra ti solo pequé; hice lo que tú detestas.
Misericordia, Señor, hemos pecado.

Aparta tu vista de mis pecados, borra mis culpas. Líbrame de la muerte, Dios salvador mío, y mi lengua anunciará tu fidelidad.
Misericordia, Señor, hemos pecado.


Dirijamos nuestra oración al Padre y pidámosle que nos ilumine con la claridad de Cristo.

-Dios Padre, te damos gracias porque nos has llamado a vivir en tu luz maravillosa.

-Haz, Señor, que la fuerza del Espíritu Santo nos purifique y nos fortalezca.

-Que tu Espíritu, Señor, nos guíe en nuestros trabajos para que hagamos más humana la vida de los hombres.

-Concédenos que, con nuestro servicio a los hombres, hagamos de la familia humana una ofrenda agradable a tus ojos.

-Llénanos de tu misericordia para que encontremos nuestro gozo en alabarte y darte gracias.

Oración: Señor, tú que eres la vida de los fieles, escúchanos y sacia con la abundancia de tus dones a los que tienen sed de tus promesas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

franciscanos.org

NO TEMÁIS A LOS HOMBRES, TEMED A DIOS
Benedicto XVI, Ángelus del 22 de junio de 2008
Queridos hermanos y hermanas:

En el evangelio de este domingo encontramos dos invitaciones de Jesús: por una parte, «no temáis a los hombres», y por otra «temed» a Dios (cf. Mt 10,26.28). Así, nos sentimos estimulados a reflexionar sobre la diferencia que existe entre los miedos humanos y el temor de Dios. El miedo es una dimensión natural de la vida. Desde la infancia se experimentan formas de miedo que luego se revelan imaginarias y desaparecen; sucesivamente emergen otras, que tienen fundamentos precisos en la realidad: éstas se deben afrontar y superar con esfuerzo humano y con confianza en Dios. Pero también hay, sobre todo hoy, una forma de miedo más profunda, de tipo existencial, que a veces se transforma en angustia: nace de un sentido de vacío, asociado a cierta cultura impregnada de un nihilismo teórico y práctico generalizado.

Ante el amplio y diversificado panorama de los miedos humanos, la palabra de Dios es clara: quien «teme» a Dios «no tiene miedo». El temor de Dios, que las Escrituras definen como «el principio de la verdadera sabiduría», coincide con la fe en él, con el respeto sagrado a su autoridad sobre la vida y sobre el mundo. No tener «temor de Dios» equivale a ponerse en su lugar, a sentirse señores del bien y del mal, de la vida y de la muerte.

 En cambio, quien teme a Dios siente en sí la seguridad que tiene el niño en los brazos de su madre (cf. Sal 131,2): quien teme a Dios permanece tranquilo incluso en medio de las tempestades, porque Dios, como nos lo reveló Jesús, es Padre lleno de misericordia y bondad.

Quien lo ama no tiene miedo: «No hay temor en el amor -escribe el apóstol san Juan-; sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira al castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor» (1 Jn 4,18). Por consiguiente, el creyente no se asusta ante nada, porque sabe que está en las manos de Dios, sabe que el mal y lo irracional no tienen la última palabra, sino que el único Señor del mundo y de la vida es Cristo, el Verbo de Dios encarnado, que nos amó hasta sacrificarse a sí mismo, muriendo en la cruz por nuestra salvación.

Cuanto más crecemos en esta intimidad con Dios, impregnada de amor, tanto más fácilmente vencemos cualquier forma de miedo. En el pasaje evangélico de hoy, Jesús repite muchas veces la exhortación a no tener miedo. Nos tranquiliza, como hizo con los Apóstoles, como hizo con san Pablo cuando se le apareció en una visión durante la noche, en un momento particularmente difícil de su predicación: «No tengas miedo -le dijo-, porque yo estoy contigo» (Hch 18,9-10). El Apóstol de los gentiles, de quien nos disponemos a celebrar el bimilenario de su nacimiento con un especial Año jubilar, fortalecido por la presencia de Cristo y consolado por su amor, no tuvo miedo ni siquiera al martirio.

Que este gran acontecimiento espiritual y pastoral suscite también en nosotros una renovada confianza en Jesucristo, que nos llama a anunciar y testimoniar su Evangelio, sin tener miedo a nada.

Os invito a vivir cimentados en el sólido fundamento del amor a Jesucristo, para que no os dejéis vencer por el temor y seáis sus testigos en medio del mundo, superando las dificultades o el ambiente hostil que podáis encontrar. Os acompañe en esta hermosa misión la maternal protección de la Virgen María.

Misa de sanacion con el Padre Fabian Barrera

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Para el sacerdote Pedro Silva, que se desempeña desde hace más de 30 años como exorcista, para Jesús la distancia para sanar, por lo que de forma remota también se puede realizar liberaciones, atendiendo a al distanciamiento social ante el coronavirus.


Nueva Serie Por Muchas Razones 


martes, 2 de junio de 2020

"Ustedes son la sal de la tierra."Señor, guarda intacto tu don en nuestros corazones y lo que de tu mano hemos recibido en la festividad de tus santos Marcelino y Pedro, sea para nosotros prenda de salvación y paz. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

JMS 
Heraldos del  Evangelio


Evangelio según san Marcos 12, 13-17
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron:
"Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas
de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César?
¿Se lo damos o no se lo damos?" Jesús, notando su hipocresía, les dijo:
"¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea".
Se la trajeron y él les preguntó:
"¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?"
Le contestaron:
"Del César".
Entonces les respondió Jesús:
"Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios".
Y los dejó admirados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


carta del apóstol san Pedro 3, 12-15a.17-18

Hermanos: Piensen con cuánta santidad y entrega deben vivir ustedes esperando y apresurando el advenimiento del día del Señor, cuando desaparecerán los cielos consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia.
Por tanto, queridos hermanos, apoyados en esta esperanza, pongan todo su empeño en que el Señor los halle en paz con él, sin mancha ni reproche, y consideren que la magnanimidad de Dios es nuestra salvación.
Así pues, queridos hermanos, ya están ustedes avisados; vivan en guardia para que no los arrastre el error de los malvados y pierdan su seguridad. Crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y salvador, Jesucristo.

 A él la gloria, ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


Salmo 89

Siempre has sido, Señor, nuestro refugio.

Desde antes que surgieran las montañas y la tierra y el mundo apareciesen, existes tú, Dios mío, desde siempre y por siempre.
Siempre has sido, Señor, nuestro refugio.

Tú haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años son para ti como un día que ya pasó; como una breve noche.
Siempre has sido, Señor, nuestro refugio.

Setenta son los años que vivimos; llegar a los ochenta es más bien raro; pena y trabajo son los más de ellos, como suspiro pasan y pasamos.
Siempre has sido, Señor, nuestro refugio.


Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos puedan mirar tus obras y tu gloria.
Siempre has sido, Señor, nuestro refugio.


SANTOS MARCELINO Y PEDRO



 Marcelino era sacerdote y Pedro exorcista, y ambos fueron mártires. El papa san Dámaso es quien nos ha dejado las noticias de su muerte que oyó de boca del mismo verdugo. Fueron condenados a muerte en Roma durante la persecución de Diocleciano, a comienzos del siglo IV, seguramente el año 304. Para su ejecución los llevaron a un bosque fuera de la ciudad, a fin de que se desconociera el lugar de su sepultura. Allí los obligaron a cavar con sus manos su propia fosa, en la que los enteraron después de haberlos decapitado. Pero una piadosa matrona romana, llamada Lucilia, consiguió localizar los restos de los mártires, los recogió y los sepultó en el cementerio llamado Ad duas lauros, en la Vía Labicana de Roma donde, después de la paz de Constantino, su madre, santa Elena, hizo construir una basílica.-

 Oración: Señor, tú has hecho del glorioso testimonio de tus mártires san Marcelino y san Pedro nuestra protección y defensa; concédenos la gracia de seguir sus ejemplos y de vernos continuamente sostenidos por su intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



Evangelio según san Mateo
5, 13-19

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre que está en los cielos.
No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos".
Palabra del Señor

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Gloria a ti, Señor Jesús.Señor, guarda intacto tu don en nuestros corazones y lo que de tu mano hemos recibido en la festividad de tus santos Marcelino y Pedro, sea para nosotros prenda de salvación y paz.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén


Con la confianza que nos da el ser hijos de Dios, pidamos a Dios nuestro Padre:

-Que envíe su Espíritu sobre la Iglesia y la llene de sus dones.

-Que santifique a los obispos y a los sacerdotes y les dé el Espíritu de sabiduría.

-Que reine la concordia en nuestro pueblo, la prudencia y la justicia en los gobernantes, y la paz entre las naciones.

-Que los pobres, los enfermos y todos los indigentes sientan el apoyo de sus hermanos los hombres y el gozo del Espíritu.

-Que el Espíritu del Señor nos fortalezca en la fe, nos revele toda la verdad y nos llene de su amor.


Por las almas de los Difuntos, especialmente por las almas del purgatorio, te lo pedimos Señor

Oración: Multiplica sobre nosotros, Señor, los dones de tu Espíritu, para que se realicen también en nosotros las maravillas de Pentecostés. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.




El amor a Dios no solo se expresa dando a Dios el culto que le es debido, de modo particular en la Santa Misa, sino que debe abarcar todos los aspectos de la vida del hombre, y tiene muchas manifestaciones. Amamos a Dios a través de nuestro trabajo bien hecho, del cumplimiento fiel de nuestros deberes en la familia, en la empresa, en la sociedad; con nuestra mente, con el corazón... con el porte exterior, propio de un hijo de Dios... Este mandamiento exige en primer lugar la adoración, dar gloria a Dios, que no es una actividad más entre otras diversas, sino la finalidad última de todas nuestras acciones, incluso de lo que puede parecer más vulgar: ya comáis, ya bebáis, o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios , 
1 Cor 10, 31 .  Esta actitud fundamental de adoración exige en la práctica hacerlo todo, al menos desear hacerlo, para agradar a Dios: es decir, actuar con rectitud de intención.

El amor a Dios, y el verdadero amor al prójimo, se alimenta en la oración y en los sacramentos, en la lucha constante por superar nuestros defectos, en el empeño por mantenernos en Su presencia a lo largo del día. De modo particular, la Sagrada Eucaristía debe ser la fuente donde se alimente continuamente nuestro amor al Señor. Así podremos decir, con las palabras del Adoro te devote:Te adoro, Señor..., a Ti se somete mi corazón por completo


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Pensemos en qué tenemos puesto el corazón a lo largo del día. Veamos en nuestra oración si tenemos “industrias humanas” para acordarnos mucho del Señor en nuestras jornadas y así amarle y adorarle.

Te rogamos, Señor, que nosotros tus siervos, fortalecidos por este sacramento, aprendamos a buscarte sobre todas las cosas,

a ser nosotros, mientras vivamos en el mundo, la imagen del hombre nuevo.
JMS Señor, aumenta nuestra fe, danos fortaleza y paciencia, ya que siendo tus hijos, nada podemos temer. Amén

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 4, 12-19
Queridos hermanos: No se extrañen de verse sometidos al fuego de la prueba, como si fuera algo nunca visto. Al contrario, alégrense de compartir ahora los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, el júbilo de ustedes sea desbordante. Si los injurian por el nombre de Cristo, ténganse por dichosos, porque la fuerza y la gloria del Espíritu de Dios descansan sobre ustedes. Pero que ninguno de ustedes tenga que sufrir por criminal, ladrón, malhechor o simplemente por entrometido. En cambio, si sufre por ser cristiano, que le dé gracias a Dios por llevar ese nombre.
Pues ha llegado el tiempo del juicio definitivo, que comienza por el mismo pueblo de Dios. Y si comienza por nosotros, ¿qué podrán esperar los que se niegan a creer en el Evangelio? Pues si el bueno se salva a duras penas, ¿qué suerte correrán el impío y el pecador? Así pues, los que según la voluntad de Dios tienen que sufrir, que pongan toda su confianza en la fidelidad del creador y sigan haciendo el bien.
Palabra de Dios.


Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles:
"No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, si hija no la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la con su madre, a la nuera con su suegra, y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará".san Mateo
10, 34-39



La paciencia es necesaria para perseverar, para estar alegres por encima de cualquier circunstancia; esto será posible porque tenemos la mirada puesta en Cristo, que nos alienta a seguir adelante, sin fijarnos demasiado en lo que querría quitarnos la paz. Sabemos que, en todas las situaciones, la victoria está de nuestra parte.

Reflexion:

La paciencia, según San Agustín, es “la virtud por la que soportamos con ánimo sereno los males”. Y añadía: “no sea que por perder la serenidad del alma abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores”

La paciencia es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse: es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida, grandes o pequeñas, como venidos del amor de Dios. Identificamos entonces nuestra voluntad con la del Señor, y eso nos permite mantener la fidelidad en medio de las persecuciones y pruebas, y es el fundamento de la grandeza de ánimo y de la alegría de quien está seguro de recibir unos bienes futuros mayores.

Son diversos los campos en los que el cristiano debe ejercitar esta virtud. En primer lugar consigo mismo, puesto que es fácil desalentarse ante los propios defectos que se repiten una y otra vez, sin lograr superarlos del todo. Es necesario saber esperar y luchar con perseverancia, convencidos de que, mientras nos mantengamos en el combate, estamos amando a Dios. La superación de un defecto o la adquisición de una virtud, de ordinario, no se logra a base de violentos esfuerzos, sino de humildad, de confianza en Dios, de petición de más gracias, de una mayor docilidad. San Francisco de Sales afirmaba que es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero, en primer lugar, con uno mismo.

La paciencia y la constancia son imprescindibles en esta labor que, en colaboración con el Espíritu Santo, hemos de llevar a cabo en nuestra propia alma y en las de nuestros amigos y familiares que queremos acercar al Señor. La paciencia va de la mano de la humildad, se acomoda al ser de las cosas y respeta el tiempo y el momento de las mismas, sin romperlas; cuenta con las limitaciones propias y las de los demás. “Un cristiano que viva la virtud recia de la paciencia, no se desconcertará al advertir que quienes le rodean dan muestra de indiferencia por las cosas de Dios.
En este caminar en que consiste la vida vamos a sufrir pruebas diversas, unas que parecen grandes y otras de poco relieve, en las cuales el alma debe salir fortalecida, con la ayuda de la gracia. Estas contradicciones vendrán unas veces de fuera, con ataques directos o velados, de quienes no comprenden la vocación cristiana, de un ambiente paganizado adverso o de quienes expresan una verdadera oposición a todo lo que a Dios se refiere; en otras ocasiones, surgirán de las limitaciones propias de la naturaleza humana, que no permiten, ¡tantas veces!, alcanzar un objetivo si no es a base de un empeño continuado, de sacrificio, de tiempo... Pueden venir dificultades económicas, familiares...; pueden llegar la enfermedad, el cansancio, el desaliento...

Pidamos a Jesus y Maria que nos ayuden a adquirir mas paciencia recemos juntos;
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Salmo 64

Señor, danos siempre de tu agua.

Señor, tú cuidas de la tierra, la riegas y la colmas de riquezas. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias.
Señor, danos siempre de tu agua.

Tú preparas la tierra para el trigo: riega los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos.
Señor, danos siempre de tu agua.

Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia, están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas.
Señor, danos siempre de tu agua.
Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta.
Señor, danos siempre de tu agua




Que nuestras oraciones lleguen, hermanos, a la presencia del Señor, y que nuestros ruegos sean escuchados por el que escruta el corazón humano:
Respondemos: Escúchanos, Señor.

Pidamos la sabiduría del Hijo de Dios para los que proclaman con fidelidad la palabra divina, y para todos los ministros que sirven a la Iglesia, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Por Israel, el pueblo de la antigua alianza, por los cristianos separados de la Iglesia católica y apostólica y por los que no conocen al Dios verdadero, invoquemos al Señor, dueño de toda verdad.
Escúchanos, Señor.

Por los que viven lejos de su casa, por los encarcelados, por los débiles y oprimidos y por los justos que sufren persecución, oremos a Jesús, el Salvador.
Escúchanos, Señor.

Invoquemos con fe y devoción al Señor de la gloria, para que proporcione paz y felicidad a quienes ahora estamos aquí, huéspedes en la casa del Señor, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Celebrante:
Escucha, Señor, las oraciones de tu pueblo y aumenta en nosotros el deseo sincero de acoger la semilla de tu palabra; haz que esta simiente sea también sembrada en los surcos de toda la humanidad y fructifique en obras de justicia y paz, para que se manifieste a la humanidad la bendita esperanza de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

miércoles, 8 de abril de 2020

Oremos por nuestros difuntos, hoy Miércoles Santo

JMS Esta meditacion del Calvario de Jesus esta destinada a nuetros fieles difuntos Oremos por ellos y ofrezcamos este dia , nuestra oracion y meditacion por su eterno descanso.

Oracion por Nuestros seres queridos



Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te compadeciste de los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros seres queridos que están en el Purgatorio. Oh Jesús, que amaste a los tuyos con gran predilección, escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amén.
Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu luz perpetua.
Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. 

Amén.

Evangelio según san Mateo 26, 14-25Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:
"¿Qué me dan si les entrego a Jesús?"
Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata.
Y desde ese momento buscaba la oportunidad para entregarlo.
El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
"¿Dónde quieres que te preparemos la cena de pascua?"
El respondió:
"Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: "El Maestro dice: Se acerca el momento, y quiero celebrar la pascua en tu casa con mis discípulos"".
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de pascua.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce, y mientras cenaban les dijo:
"Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar".
Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno:
"¿Acaso soy yo, Señor?"
Jesús respondió:
"El que come en el mismo plato que yo, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él; pero ¡ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!"
Entonces preguntó Judas, el traidor:
"¿Soy yo acaso, maestro?"
Y Jesús le respondió:
"Tú lo has dicho".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús



Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, porque el Señor se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz; por eso Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre

Oremos:Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu Hijo sufriera el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.


Salmo  68

Por tu bondad, Señor, socórreme.
Por ti sufro el insulto y la vergüenza cubre mi rostro. Soy un extranjero para mis hermanos, un extraño para los hijos de mi madre. Me desvelo por defender tu templo, y el insulto de los que te insultan cae sobre mí.
Por tu bondad, Señor, socórreme.

Los insultos me han roto el corazón y casi muero; espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. Me pusieron veneno en la comida, me dieron a beber vinagre para mi sed.
Por tu bondad, Señor, socórreme.

Yo alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza dándole gracias. Véanlo ustedes, los humildes, y alégrense, recobren el ánimo los que buscan a Dios. Porque el Señor escucha a los necesitados, y no rechaza a sus cautivos.
Por tu bondad, Señor, socórreme






Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.Pongamos, hermanos y hermanas, nuestra mirada en Jesús, elevado en la cruz para que todos los que crean en él tengan vida eterna, y oremos al Señor los unos por los otros


Para que el Señor, que fue entregado a sus enemigos por nosotros, tenga misericordia de aquéllos que, como Judas, lo han traicionado y abandonado, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad

Para que el Señor, que con su sangre preciosa limpió los pecados del mundo, se muestre ante el Padre amigo y defensor de todos los seres humanos, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad

Para que los pobres, los agobiados, los desesperanzados y todos los que con sus sufrimientos participan de la cruz de Cristo encuentren consuelo en la pasión del Señor, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad

Para que cuantos por el bautismo hemos sido sumergidos en la muerte de Cristo participemos también de su resurrección, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad


Dios todopoderoso y eterno, que has querido salvar al mundo con la muerte de tu Hijo, concede a quienes recordamos con amor su pasión gloriosa obtener los dones que te pedimos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén






Miércoles Santo

Pasión de Nuestro Señor

CAMINO DEL CALVARIO

Jesús con la Cruz a cuestas por las calles de Jerusalén. Simón de Cirene.

Jesús acompañado de dos ladrones en su camino hacia el Calvario. Modos de llevar la cruz.

El encuentro con su Santísima Madre


Tras una noche de dolor, de burlas y desprecio, Jesús, roto por el terrible tormento de la flagelación, es llevado para ser crucificado. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuera crucificado, 
Mt 27, 26.

El pueblo no aceptó el canje por Barrabás, del que era inocente por quien era culpable de robo con homicidio. Jesús es condenado a sufrir un doloroso castigo y la muerte reservada a los criminales. 


Al poco tiempo, todos ven que está demasiado débil para llevar sobre sus hombros la cruz hasta el Calvario


Un hombre, Simón de Cirene, que va camino de su casa, es forzado a cargar con ella. ¿Dónde están tus discípulos? Jesús les había hablado de llevar la cruz Mt 16, 24 y todos ellos habían afirmado con gran seguridad que estaban dispuestos a ir con Él hasta la muerte.  Mt 26, 35
Ahora ni siquiera encuentra a uno para que le ayude a llevar el madero hasta el lugar de la ejecución. Lo ha de hacer un extraño, y obligado a la fuerza. Alrededor del Señor no hay rostros amigos y nadie quiso comprometerse. Hasta quienes recibieron beneficios y curaciones quieren pasar ahora inadvertidos. Se cumplió al pie de la letra lo que profetizó Isaías muchos siglos antes: He pisado el lagar yo solo, sin que nadie de entre las gentes me ayudase... Miré, y no había quien me auxiliase; me maravillé de que no hubiera quien me apoyara. Is 63, 3 y 5

Simón tomo el extremo de la cruz y lo cargó sobre sus hombros. El otro, el más pesado, el del amor no comprendido, el de los pecados de cada hombre, ese lo llevó Cristo, solo.

Hay una excepción en este desamparo en que el Señor se encuentra, y que nos ha sido transmitida por tradición: una mujer –a la que se conoce por el nombre de Verónica– se acerca con un paño para limpiar el rostro de Jesús, y en la tela quedó impreso el rostro del Señor. 

“El velo de la Verónica es el símbolo del conmovedor diálogo entre Cristo y el alma reparadora
La Verónica respondió al amor de Cristo con su reparación; una reparación especialmente admirable, porque fue hecha por una débil mujer que no temió las iras de los enemigos de Cristo . ¿Se imprime en mi alma  el rostro de Jesús, como en el velo de la Verónica?”.J. Ablewicz, Seréis mis testigos, Madrid 1983. Vía Crucis, Sexta estación, pp. 334-335.

El Señor sigue su camino; algún alivio físico le ha llegado. Pero la vía es tortuosa y el suelo irregular. Sus energías están cada vez más mermadas; nada tiene de extraño que Jesús caiga. Una, dos, tres veces. Cae y a duras penas se levanta. Y a los pocos metros vuelve a caer. Al levantarse nos dice lo mucho que nos ama; al caer expresa la gran necesidad que siente de que le amemos.

“No es tarde, ni todo está perdido. Aunque te lo parezca. Aunque lo repitan mil voces agoreras. Aunque te asedien miradas burlonas e incrédulas. 

Has llegado en un buen momento para cargar con la Cruz:
la Redención se está haciendo ¡ahora!, y Jesús necesita muchos cirineos”.
San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, V, 2

En otro momento de ese caminar hacia el Calvario, Jesús pasa delante de un grupo de mujeres que lloran por Él



 Las consuela y hace una “llamada al arrepentimiento, al verdadero arrepentimiento, al pesar, en la verdad del mal cometido. Jesús dice a las hijas de Jerusalén que lloran a su vista:
 No lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos (Lc 23, 28). No podemos quedarnos en la superficie del mal, hay que llegar a su raíz, a las causas, a la más honda verdad de la conciencia . Señor, ¡dame saber vivir y andar en la verdad!”.K. Wojtyla, Signo de contradicción, Madrid 1978. Vía Crucis, Octava estación, pp. 244-245

A Jesús, formando parte del cortejo, y para hacer más humillante su muerte, le acompañan dos ladrones. Un espectador recién llegado, que nada supiera, vería tres hombres, cada uno cargado con su cruz, camino de la muerte. Pero solo uno es el Salvador del mundo, y una sola la Cruz redentora.

Hoy también se puede llevar la cruz de distintas formas. Hay una cruz llevada con rabia, contra la que el hombre se revuelve lleno de odio o, al menos, de un profundo malestar; es una cruz sin sentido y sin explicación, inútil, que incluso aleja de Dios. Es la cruz de los que en este mundo solo buscan la comodidad y el bienestar material, que no soportan el dolor ni el fracaso, porque no quieren comprender el sentido sobrenatural del sufrimiento. Es una cruz que no redime: es la que lleva uno de los ladrones.

Camino del Calvario marcha una segunda cruz llevada con resignación, quizá incluso con dignidad humana, aceptándola porque no hay más remedio. Así la lleva el otro ladrón, hasta que poco a poco se da cuenta de que muy cerca de él está la figura soberana de Cristo, que cambiará por completo los últimos instantes de su vida aquí en la tierra, y también la eternidad, y le hará convertirse en el buen ladrón.

Hay un tercer modo de llevarla



Jesús se abraza a la Cruz salvadora y nos enseña cómo debemos cargar con la nuestra: con amor, corredimiendo con Él a todas las almas, reparando por los propios pecados. El Señor ha dado un sentido profundo al dolor. Pudiendo redimirnos de muchas maneras lo hizo a través del sufrimiento, porque nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos. Cfr. Jn 15, 13

Las personas santas han descubierto que el dolor, el sufrimiento, la contrariedad dejan de ser algo negativo en el momento en que no se ve la cruz sola, sino con Jesús que pasa y sale a nuestro encuentro. “¡Dios mío!, que odie el pecado, y me una a Ti, abrazándome a la Santa Cruz, para cumplir a mi vez tu Voluntad amabilísima..., desnudo de todo afecto terreno, sin más miras que tu gloria..., generosamente, no reservándome nada, ofreciéndome contigo en perfecto holocausto”.
San Josemaría Escrivá, loc. cit., IX. 

Simón de Cirene conoció a Jesús a través de la Cruz. El Señor le recompensará la ayuda prestada dando la fe también a sus dos hijos, Alejandro y Rufo;
Cfr. Mc 15, 21, serían pronto cristianos destacados de la primera hora. Debemos pensar que Simón de Cirene más tarde sería un discípulo fiel, estimado por la primera comunidad cristiana de Jerusalén. “Todo empezó por un encuentro inopinado con la Cruz.

“Me presenté a los que no preguntaban por mí, me hallaron los que no me buscaban (Is 65, 1)



“A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnancia... no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!”.
San Josemaría Escrivá, loc. cit., V.

La meditación de hoy es un momento oportuno para que nos preguntemos a nosotros mismos cómo llevamos las contrariedades, el dolor. Buena ocasión para examinar si nos acercan a Cristo, si estamos corredimiendo con Él, si nos sirven para expiar nuestras culpas.

“Caminaba el Salvador, el cuerpo inclinado con el peso de la Cruz, los ojos hinchados y como ciegos de lágrimas y de sangre, el paso lento y dificultoso por su debilidad; le temblaban las rodillas, se arrastraba casi detrás de sus dos compañeros de suplicio. Y los judíos se reían, los verdugos y los soldados le empujaban”.
 L. de la Palma, La pasión del Señor, p. 168.

En el cuarto misterio doloroso del Rosario contemplamos a Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario “Estamos tristes, viviendo la Pasión de Nuestro Señor Jesús. —Mira con qué amor se abraza a la Cruz. —Aprende de Él. —Jesús lleva Cruz por ti: tú, llévala por Jesús.

“Pero no lleves la Cruz arrastrando... Llévala a plomo, porque tu Cruz, así llevada, no será una Cruz cualquiera: será... la Santa Cruz .

“Y de seguro, como Él, encontrarás a María en el camino”.

San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, cuarto misterio doloroso. 

En el Vía Crucis meditamos que, en una de aquellas callejuelas, Jesús se encontró con su Madre. Se paró un instante. “Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo.

“¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor! (Lam 1, 12).

“Pero nadie se da cuenta, nadie se fija, solo Jesús.

“En la oscura soledad de la Pasión, Nuestra Señora ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad, un sí a la voluntad divina”.



 Vía Crucis, IV.

El Señor continúa su camino y María le acompaña a pocos metros de distancia, hasta el Calvario. La profecía de Simeón se está cumpliendo con perfecta exactitud.

“¿Qué hombre no lloraría, si viera a la Madre de Cristo en tan atroz suplicio?

“Su Hijo herido... Y nosotros lejos, cobardes, resistiéndonos a la Voluntad divina.

“Madre y Señora mía, enséñame a pronunciar un sí que, como el tuyo, se identifique con el clamor de Jesús ante su Padre: non mea voluntas... (Lc 22, 42): no se haga mi voluntad, sino la de Dios”.

Cuando el dolor y la aflicción nos aquejen, cuando se hagan más penetrantes, acudiremos a Santa María, Mater dolorosa, para que nos haga fuertes y para aprender a santificarlos con paz y serenidad.....

fuente IESVS.ORG


Las Imagenes son fuente del sitio franciscanos.org

Aqui encuentras el Via Crucis por los franciscanos



martes, 18 de febrero de 2020

San José rogad por nosotros: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

JMS


Evangelio según san Marcos 8, 14-21


En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y sólo tenían uno en la barca. Jesús les hizo esta advertencia:
"Abran los ojos y tengan cuidado de la levadura de los fariseos y con la levadura de Herodes".
Ellos comentaban entre sí, pensando que les había dicho aquello porque no tenían pan.
Dándose cuenta de ello, Jesús les dijo:
"¿Por qué están comentando que no tienen panes? ¿Todavía no entienden ni comprenden? ¿Siguen con la mente cerrada? Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen. ¿Es que no recuerdan?
¿Cuántos canastos llenaron con lo que sobró cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil?"
Ellos le contestaron:
"Doce".
Y Jesús insistió:
"¿Y cuántos canastos llenaron con lo que sobró cuando repartí los siete panes entre los cuatro mil?"
Le respondieron:
"Siete".
Entonces él les dijo:
"¿Y aún siguen sin comprender?"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


18 de Febrero inicia la Devocion de los TREINTA DIAS DE SAN JOSE 

para obtener alguna gracia extraordinaria, que finaliza la víspera de la fiesta del santo el 19 de marzo, rezando cada día la siguiente oración:
DEVOCION DE LOS TREINTA DIAS AL PATRIARCA SAN JOSE
EN REVERENCIA DE LOS TREINTA AÑOS QUE VIVIO CON JESUS Y MARIA EN LA TIERRA.

Para obtener alguna gracia extraordinaria

¡Oh amabilísimo Patriarca San José! Desde el abismo de mi pequeñez y miseria os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro trono del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparo de los afligidos, ante el trono de Dios Padre, de Jesús y de vuestra santa Esposa.
Por eso yo pobre, desvalido, triste y necesitado. a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores, mis arrepentimientos y mis esperanzas y hoy especialmente traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena para que me consueles y te pido una gracia para que la obtengas para mí y para mis seres queridos.
Y para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmela, os la pediré y demandaré durante treinta días continuos, en reverencia a los treinta años que vivisteis en la tierra con Jesús y María; y os la pediré urgente y confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí, y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al constatarla os sentiréis obligado a darme más de lo que pido y deseo.


Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Hijo de Dios, Dios Hombre y Dios del hombre.


Os lo suplico por vuestra ansiedad inmensa al sentiros obligado a abandonar a vuestra santa Esposa.


Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima al buscar un establo y un pesebre como palacio y cuna del Dios nacido entre los hombres.


Os lo imploro por la dolorosa y humillante Circuncisión de vuestro Jesús, y por el santo, glorioso y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno Padre. 


Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Angel la muerte decretada contra el Hijo de Dios, por vuestra obedientísima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza extrema del destierro y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.


Os lo pido por vuestra aflicción dolorosísima de tres días al perder a Vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrarle en el Templo, y por la felicidad inefable de los treinta años que permanecisteis en Nazaret con Jesús y María, sujetos a vuestra autoridad y providencia.

Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio con que ofrecisteis a Jesús víctima, al Dios Eterno, a la cruz y a la muerte por nuestros pecados y nuestra redención. 


Os lo demando por la dolorosa previsión que os hacía contemplar todos los días aquellas manos infantiles, taladradas después en la cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcisimamente sobre vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, desnudo, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz, aquel último momento en que le veías expirar y morir.


Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de Jesús y María y vuestra entrada en el Limbo de los Justos y al fin en el cielo.


Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los Siglos. 


Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a vuestra santísima esposa resucitada, y ser subida a los cielos por los Angeles y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro.

Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra y por vuestros triunfos y glorias y feliz bienaventuranza en el cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa María.


¡Oh mi buen Patriarca San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos, y en el sentido universal del pueblo cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa que me alienta y obliga a pedir y suplicar y esperar me obtengáis de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante vuestra imagen y ante vuestro trono de bondad y poder en el cielo.

Aquí, levantando el corazón a lo alto, se le pedirá al Santo, con amorosa instancia la gracia que se desea.
Obtenedme también para los míos y los que me han pedido ruegue por ellos, todo cuanto desean y le es conveniente.
San José rogad por nosotros: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.


ORACION:

 Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como intercesor en los cielos. Oh Dios, que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén. (Con licencia Eclesiástica)
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18 de Febrero

Santa Bernardita o Bernadette Soubirous (1844-1879)

Nació en Lourdes, Francia, de familia muy pobre. Tenía mala salud y era analfabeta, pero también era sencilla, recta, virtuosa y de carácter alegre.

El 11 de febrero de 1858, Bernadette recogía leña seca en el lugar llamado Massabielle con su hermana y una amiga, cuando la Virgen se la apareció por primera vez. De pie, metida en la cavidad de una roca, vestida con un traje blanco, ceñida con una banda azul, la cabeza cubierta con un velo blanco, los pies descalzos adornados con una rosa de oro, parecía tener dieciséis o diecisiete años. Volvió dieciocho veces hasta el 16 de julio siguiente. Pedía a la niña que se rezase por los pecadores, que se hiciese penitencia y que se construyera una capilla en aquel lugar. "Te prometo que te haré feliz, pero no en este mundo, sino en el otro", le dijo a la vidente. Cuando la niña le preguntó quién era, contestó la Virgen: "Soy la Inmaculada Concepción". En otra ocasión, le pidió a Bernadette que rascara el suelo, y surgió una fuente de la que manó agua en abundancia y de la que se obtuvieron numerosas curaciones



Las hermanas de la Caridad de Nevers recogieron a Bernadette en su casa de Lourdes. Le enseñaron lo más elemental, completando su instrucción religiosa, y le dieron trabajos menudos como "raspar zanahorias en la cocina". A la edad de veintidós años entró en la congregación y fue a la casa madre en Nevers. Allí vivió trece años más, con el nombre de hermana María Bernarda, guardando cama con frecuencia, tratada con dureza por las superioras y hermanas. Sufrió siempre con ánimo y buen humor. En su agonía, se le oía decir: "Santa María Madre de Dios, ruega por mí, pobre pecadora, pobre pecadora...". Instantes después dejaba dulcemente la vida con un último suspiro






Oracion a Nuestra Señora de Lourdes

Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.

Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.

¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!

Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.

Oración compuesta por Pío XII



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Oracion de consagracion

Santa María, Madre de Dios, Virgen Inmaculada, Vos habéis aparecido dieciocho veces a Bernardita en la gruta de Lourdes, para recordar a los cristianos las maravillas y las exigencias del Evangelio, invitándoles a la oración, a la penitencia, a la eucaristía y a la vida en la Iglesia.

Para mejor responder a vuestra llamada, yo me consagro por vuestras manos a vuestro hijo Jesús…

Hacedme dócil al espíritu; y por el fervor de mi fe, por la manifestación de mi vida, por mi dedicación al servicio de los enfermos, haz que yo trabaje con Vos en confortar a los que sufren, en reconocimiento a los hombres, en trabajar por la unidad de la Iglesia y por la paz del mundo.

Con toda confianza, oh Señora mía, yo os dirijo esta plegaria y os pido que la acojáis y la atendáis. Amén.

Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros.
Santa Bernardita, rogad por nosotros.