JMS Sacianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegria y júbilo.
Enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazon sensato. Vuelvete Señor hasta cuando? Ten compasion de tus siervos.
Por la mañana sacianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será de alegria y júbilo;
danos alegria por los dias que nos afigiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu accion
y sus hijos Tu Gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prosperas las obras de nuestras manos.
Jueves SantoMeditacion Dios es amor.
La manifestacion de Dios en Jesus de Nazaret se caracteriza por un amor que llega hasta el limite de la locura. Este amor de Dios es pensado como un servicio de Dios para el hombre y su mundo, como un compromiso de Dios para ayudar a que el ser humano llegue a vivir el amor y la misericordia en este mundo.
Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava
De la muerte, Señor, me has librado
Cumpliré mis promesas al Señor
Escucha Señor, nuestra oración
Este es mi Cuerpo, que se da por vosotros
Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido:que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
“Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes.Hagan esto en memoria mía”.
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo:
“Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
san Pablo a los corintios (11, 23-26)
Palabra de Dios
Evangelio san Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo:“Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le replicó:“Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”.
Pedro le dijo:“Tú no me lavarás los pies jamás”.
Jesús le contestó:“Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”.
Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”.
Jesús le dijo:“El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”.
Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos están limpios’.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo:“¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.
Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros.
Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.Palabra del Señor.
Meditacion "El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo..."
Lo que Cristo hizo por los suyos puede resumirse en estas breves palabras de San Juan: los amó hasta el fin. Hoy es un día particularmente apropiado para meditar en ese amor de Jesús por cada uno de nosotros, y en cómo estamos correspondiendo: en el trato asiduo con Él, en el amor a la Iglesia, en los actos de desagravio y de reparación, en la caridad con los demás, en la preparación y acción de gracias de la Sagrada Comunión, en nuestro afán de corredimir con Él, en el hambre y sed de justicia.
Jesús se queda con nosotros para siempre en la Sagrada Eucaristía, con una presencia real, verdadera y sustancial. Jesús es el mismo en el Cenáculo y en el Sagrario. En aquella noche los discípulos gozaron de la presencia sensible de Jesús, que se entregaba a ellos y a todos los hombres. También nosotros, esta tarde, cuando vayamos a adorarle públicamente en el Monumento, nos encontraremos de nuevo con Él; nos ve y nos reconoce. Podemos hablarle como hacían los Apóstoles y contarle lo que nos ilusiona y nos preocupa, y darle gracias por estar con nosotros, y acompañarle recordando su entrega amorosa. Siempre nos espera Jesús en el Sagrario.